Dice el refrán que no hay mal que por bien no vengan y si no, que se lo digan a dos jóvenes leoneses. Hace unos días, el anden de la estación de trenes de León fue escenario de un romántico momento. Pocos minutos antes de las siete un bullicio de personas esperaba el próximo tren, en ese momento un joven hinca la pierna en el suelo frente a la chica que acompaña. «La culpa la tuvo Renfe» dijo el joven y la chica sonrió y entre lágrimas le abrazó para fundirse en un beso.
Y es que, esta joven pareja se conoció en este lugar. Cosas que tienen la vida, cogían a diario la misma frecuencia de trenes para acudir a su trabajo (en la mal llamada capital de Castilla y León). Los frecuentes retrasos provocaron que los jóvenes coincidieran en más de una ocasión «haciendo tiempo» por el andén o algún lugar cercano. Así surgió una amistad y, no muy tarde, el amor.
Renfe, padrino de boda
Por ello, dicen que los «retrasos de Renfe» tuvieron la culpa de tan bonito encuentro. Quizá Renfe debería de obsequiarles con algún viaje par su luna de miel para ser el padrino de tan dichosa historia.
Habrá que ver si continuarán su historia de amor en el andén y quizá decidan unir sus vidas en un enclave tan singular como la estación. Una historia de amor al cobijo de la estación que bien podrían ser los protagonistas de aquella triste canción de La Oreja de Van Gogh llamada «jueves» que narra el amor de dos jóvenes en un tren el fatídico 11 de marzo.