Las rotondas son un medio necesario para la circulación. No obstante, se presentan alrededor de una media de 60 accidentes producidos por el despiste o el impulso al entrar en ellas. España es un país donde se conduce por la derecha, de modo que la entrada se efectúa mirando a la izquierda. Teniendo en cuenta, que la mayor parte de la población es diestra, es más fácil girar el volante hacia el lado dominante. A pesar de esto, el 80% de los españoles ejecutan mal esta acción.
La entrada a una rotonda es una de las maniobras más peligrosas por la alto volumen de coches juntos. Influyen muchos factores como el tiempo de respuesta y los reflejos del propio conductor. En un sitio como puede ser la salida masiva de turistas o visitantes como la estación de tren, es muy probable que en horas puntas de salida o entrada, haya aglomeraciones. Además, en una ciudad pequeña como León, nos encontramos otro gran problema, las dos vías de entrada a la ciudad por transporte público como los autobuses o el tren, están a una distancia muy corta.
El mejor camino
Ya sea para coger el tren o bien, un taxi, el transeúnte ha de cruzar la carretera. Esto implica que ha de pulsar el botón para que se ponga en verde el semáforo y por consecuencia parar el tráfico. El problema es la cercanía existente entre este semáforo y una pequeña rotonda situada cerca del nuevo palacio de congresos y exposiciones de la ciudad.
Aquellos que vayan a dejar o recoger a sus conocidos, se acaban topando con la salida masiva de personas que cruza de un lado para otro sin dar un respiro al semáforo. Al final, entre unos y otros, la circulación se dificulta cada vez más hasta el punto de crear aglomeraciones insufribles. Lo peor es que no existe otra alternativa si quieres ingresar en la central de trenes.
Semáforos ¿útiles o no?
Si bien los semáforos son necesarios para dejar circular en ambos carriles y que se incorporen otros vehículos, que haya un semáforo seguido de otro y si lo juntas con una rotonda de no mucho diámetro, se hace casi imposible moverse. Ahora que acaban de abrir el parking interno de Renfe que está entre dicho semáforo y la rotonda, se añade una dificultad extra. No solo hay que preocuparse de los viandantes que cruzan, ni de los que giran, sino también ahora hay que mirar aquellos que quieran entrar o salir del aparcamiento. Muchos se encuentran indignados por la lentitud de circulación y otros ven inviable que se pueda mantener el tráfico en esa vía horas puntas.