Era una tarde cualquiera. Hacía frío, a veces querían caer algunos copos de nieve otras asomaba el sol, a parte de eso la tranquilidad reinaba en León. Al menos, de forma aparente. Pasadas las cinco de la tarde, paseaba con mis hijos por Gran Vía de San Marcos cuando de repente la tranquilidad se vio rota. Un coche de la Policía Local aceleró todo lo que pudo (con la consecuente sorpresa de los que ahí estábamos) y emprendió carrera hasta Santo Domingo. El ruido fue tal que muchos se asustaron y giraron la cabeza, otros asomaron incluso desde tiendas y bares y los más pequeños gritaron «la poli, la poli».
En aquel momento me creí estar presenciando una «persecución» de película. Solo vi el coche que se perdía en el bullicio de Santo Domingo. Después, unos conocidos me indicaron que el susto del «acelerón» también había llegado a la calle Ancha donde el coche circuló por dicha peatonal a bastante velocidad con la sorpresa de turistas, viandantes y vecinos.
Acelerón y velocidad
Una tarde casi «de película» cuyo final no conozco. Quizá una llamada urgente, una persecución o quién sabe si alguien necesitaba ayuda. En conclusión, en León también, de vez en cuando, hay acelerones como los de la pelis.
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