No están los tiempos como para «arrojar» desperdicios y tampoco para desechar electrodomésticos. Pero eso no lo pensó el dueño del triste microondas del Supercor. El abandono de este pequeño electrodoméstico a la puerta del Supercor, junto a los contenedores, muestra la cara más incívica de la sociedad leonesa. Este miércoles el objeto fue centro de varias tertulias de los vecinos del barrio y de transeúntes, incluso en alguna terraza hacían chistes sobre la espera del ‘micro’: «la dueña fue a comprar tabaco y no volvió» bromeaban algunos chavales.
«Lo bajaron y lo dejaron ahí» comenta una vecina mientras protesta porque no lo depositaron en el contenedor. Lo cierto es que los contenedores no estaban llenos y no había motivo para dejarlo a la vista de todos. Quizá, su antiguo dueño dudaba sobre en qué contenedor dejarlo (¿el azul? ¿el general? ¿el amarillo?) y decidió abandonarlo de cualquier manera en el suelo.
Con el precio de la luz, el microondas es objeto de lujo
Otra mujer, llena de sorna, bromeaba que «normal, al precio que tiene la luz es normal que tiren los electrodomésticos». Ciertamente, dentro de poco usar un «micro» será algo solo apto para «ricos» si los precios de la energía siguen subiendo.
Teorías aparte. Lo cierto es que falta civismo y quizá también carecemos de conocimiento de qué debemos hacer con este tipo de residuos cuando ya no son útiles. ¿Estropeado o simplemente sustituido por un microondas de última generación? Si todavía tenía vida hay multitud de plataformas, app y webs donde se pueden «vender» estos elementos para darles una «segunda vida» y contribuir a la economía circular.
El microondas fue objeto de deseo de un indigente que pasó por la zona. El pobre hombre pensó en lo bien que le vendría uno de estos «bichos» para tomar «un café caliente por la mañana». El problema es que ni casa ni dinero para pagar la luz.