La BBC, The Sun, la ABC y hasta un rotativo de Zimbabue. La historia de Gabriel Montoya Jiménez, el preso que ‘resucitó’ en la morgue minutos antes de que se le practicara la autopsia en Oviedo, ha dado la vuelta al mundo. Y no es para menos. Su extraordinario caso abrió un abanico de interrogantes que plantean cómo es posible que un médico forense certificara la defunción de este interno de la prisión asturiana de Villabona cuando se encontraba con vida.
Al descubrir el cuerpo de Jiménez en su celda del módulo 8, un funcionario de servicios penitenciarios dio la voz de alarma a dos médicos de la cárcel que, tras examinar al hombre, confirmaron la presencia de “signos clínicos de muerte”. Después de ese primer diagnóstico, la médico forense se personó en el centro junto al juez de guardia y la Policía judicial y certificó oficialmente la defunción de Jiménez. El cuerpo fue trasladado al Instituto Anatómico Forense. Además, se dio aviso a la familia de Gabriel Montoya Jiménez.
Minutos antes de que los especialistas iniciaran la autopsia, el personal de guardia reparó en que desde el interior de la bolsa en que se encontraba el cuerpo del interno se escuchaban ronquidos. Constataron entonces que Jiménez estaba vivo y fue trasladado de inmediato al Hospital Universitario Central de Asturias, donde permanece ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) con pronóstico reservado.
El interno intentó suicidarse con barbitúricos
El Prof. Dr. Leopoldo Ortega-Monasterio, médico especialista en Psiquiatría y en Medicina Legal y Forense, y profesor Titular de la Universitat Internacional de Catalunya, explica a La Vanguardia que existen diversos criterios para confirmar el diagnóstico de la muerte. No obstante, al igual que en otras situaciones clínicas, pueden aparecer “lo que denominamos ‘falsos positivos’”. Uno de los trastornos que pueden conducir a este diagnóstico erróneo es la catalepsia. Según el experto, consiste en “un estado patológico de inmovilidad en el que el paciente permanece en plana quietud como una estatua de cera”.
Ortega-Monasterio detalla que la catalepsia “puede aparecer dentro de una forma ya casi inexistente de esquizofrenia denominada catatonia, caracterizada por el mutismo y la inhibición”. Con ella, el paciente “pierde transitoriamente el tono muscular” y en consecuencia “no puede mantenerse erguido”.
El psiquiatra sostiene que además de la esquizofrenia, existen algunas afectaciones del cerebro que pueden dar “falsos positivos”. Serían las denominadas “catatonías no esquizofrénicas”, y suelen estar determinadas por un sustrato tóxico o algún tipo de afectación orgánica cerebral.
La ingesta de barbitúricos pudo provocarle “un estado comatoso de origen tóxico”
Estas dos opciones, sin embargo, ya han sido descartadas. Según han confirmado familiares del preso al rotativo El Comercio , Jiménez intentó quitarse la vida con barbitúricos. “Llegó a esa situación al intentar suicidarse con pastillas”, explicó su padre, José Carlos Montoya, al citado diario.
El experto en psiquiatría aclara que, en este caso, la ingesta de barbitúricos originó que el paciente sufriera “un estado comatoso de origen tóxico” que llevó a determinar un “falso positivo”y certificar su defunción por error. Este tipo de coma barbitúrico, según Ortega-Monasterio, es una contingencia clínica muy grave que presenta un alto riesgo letal porque “las constantes vitales están muy mitigadas”, una circunstancia que habría dado lugar al diagnóstico erróneo. “El paciente habría permanecido en estado de muerte aparente.”
El psiquiatra recuerda que la ley contempla un mínimo de 24 horas desde el fallecimiento antes del entierro del difunto para que se garantice que la certificación de defunción es “inequívoca”.
Por su parte, la familia ya ha expresado su intención de solicitar ante los tribunales que se conmute la pena que de poco más de un año que a Jiménez le queda por cumplir.
Instituciones Penitenciarias determinará ahora si es necesaria una investigación sobre el caso, aunque desde el organismo se asegura que Prisiones cumplió con el protocolo “correctamente”. Sin embargo, la confirmación de que Jiménez ingirió barbitúricos plantea un nuevo interrogante: ¿Cómo los consiguió estando en prisión?