Eduardo Zaplana ayer fue detenido por agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil cuando iba a asistir a su sesión de seguimiento sobre el cáncer que le fue diagnosticado en 2015.
Todos los lunes se desplazaba desde Madrid a Valencia para que le realizaran los controles pertinentes tras detectarle una variante de la leucemia, que superó gracias a un transplante de médula, después de un largo y duro tratamiento. Durante estos años Zaplana ha mantenido su enfermedad con discreción.
La detención por los agentes de la UCO en el día de ayer interrumpieron su rutina médica, no tuvieron en cuenta su enfermedad, hecho que tanto el Juzgado, como la Fiscalía y los investigadores conocían, de ser ciertas las informaciones que aseguran que le seguían los pasos a Zaplana desde hace dos años.
La presión a la que fue sometido en el día de ayer tras el registro de su casa de Valencia, el traslado a su vivienda de Benidorm y la previsión de, posteriormente, llevarle hasta Madrid, iba en contra de los criterios médicos. Expertos en oncología manifestaron que un trasplantado, como es el caso de Zaplana, debe recibir un tratamiento especial y de ser así puede sufrir un empeoramiento irremediable.
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