El pueblo excomulgado que repudia la Iglesia
La religión católica ha estado muy presente en la concepción y creación del territorio español desde la época de la conquista romana de la península ibérica en el siglo III a.C, aunque cabe destacar que hasta el siglo XV con los Reyes Católicos no se estipuló como religión oficial del país. Bajo la protección de la Iglesia Católica, esta ha desempeñado un papel fundamental que abogaba por la divulgación de una serie de valores religiosos y culturales que inciden en la justicia social y los propios derechos humanos, por lo que siempre se ha considerado un poder muy significativo para el desarrollo de la población.
Si bien, en la actualidad, España es un estado laico y democrático, la Iglesia ha denotado no tener el mismo nivel de influencia en la vida pública que en el pasado, cosa que se debe en gran parte a la limitación que infringen las distintas reformas políticas. No obstante, hace mucho tiempo, cuando todavía tenía una gran autoridad, un pequeño pueblo de Zaragoza fue excomulgado, por un abad que en venganza decidió excluir a Trasmoz como miembro de la comunidad católica, prohibiendo la participación en los sacramentos, entre otros ‘castigos’.
La historia se remonta al año 1511, cuando el abad maldijo el lugar tras una disputa entre los vecinos del lugar y los clérigos de Veruela, los cuales querían desviar el cauce un río que pasaba por dominios religiosos con el fin de tener el monopolio y evitar que le llegase al pueblo. Ante tal injusticia, la población se quejó y en consecuencia, Trasmoz fue excomulgado, siendo el único sitio de España fuera de dicha jurisdicción y considerado como un lugar de herejes, donde se adora a las brujas y que no tiene salvación. Hoy en día, los lugareños viven normalmente, pero siguen manteniendo esta sanción impuesta por la Iglesia.