Se ha confirmado que la cabeza encontrada en una caja pertenece a Jesús Mari, pero su cuerpo sigue en paradero desconocido.
El asesinato de Castro Urdiales es uno de los sucesos más curiosos de los últimos tiempos. Y lo es, en parte, porque sigue teniendo muchas incógnitas.
Después de la aparición de una cabeza en una caja, los agentes inspeccionaron minuciosamente la vivienda en la que la pareja convivía. También investigaron unos terrenos de la presunta homicida en busca de restos biológicos. Pero no se ha encontrado nada.
Además, hasta el momento la detenida, pareja de Jesús Mari, se ha negado a declarar.
Como seguramente sabréis, la acusada, de nombre Carmen, entregó una cabeza cerrada en una caja a una amiga suya con el pretexto de que eran juguetes eróticos de su pareja. Sin embargo, posteriormente se confirmó que la cabeza pertenecía a Jesús Mari, que llevaba desaparecido desde febrero, aunque el cuerpo sigue sin aparecer.
Jesús Mari solía ir todos los lunes a jugar a las cartas con su cuadrilla, aunque desde el 11 de febrero no volvió a aparecer. Cuando dijo que no podía ir a la cita del 18, sus amigos empezaron a preocuparse. El 21 de febrero su móvil dejó de funcionar y lo único que supieron de él es un mensaje en el que dijo que iba a seguir “de pasota una temporada”, un mensaje que extrañó a sus amigos.
Tampoco apareció en una cena de jubilados del banco, y varios amigos llaman a su pareja Carmen, que aseguró que estaba de viaje en Galicia y que su teléfono se había averiado. Unas explicaciones que también sorprendieron a sus amigos.
Carmen tenía dos sentencias por estafa, por las denuncias de dos hombres en Vigo en 2013 y 2017. Por estas razones, la investigación cree que el móvil del crimen podría ser económico.
Por otro lado, varias vecinas han contado a un reportero de El Programa de Ana Rosa que la presunta homicida llevaba varios meses repartiendo comida casera y croquetas. “A partir de febrero o marzo le dio por repartir croquetas entre sus compañeras de baile de la casa de Andalucía de Castro Urdiales”, ha explicado el periodista Carlos Garayoa, que ha calificado este hecho como un “chascarrillo que se comenta” en la localidad cántabra.