Los amigos de lo ajeno aprovechan los lugares más concurridos para cometer sus fechorías y aprovecharse de la multitud para no ser descubiertos.
Esto ocurre últimamente en el Metro de Barcelona donde los carteristas, campan a sus anchas ante la impasividad de sus víctimas que se dan cuenta más tarde de que que les faltan sus pertenencias.
Este hecho, promovido por las cerca de mil denuncias que a la semana se registran en las comisarias de la capital barcelonesa por hurtos, ha llevado a los Mossos d’Esquadra a introducir 31 nuevos agentes para reforzar la vigilancia. Muchos de ellos, de paisano, caminan por los andenes del suburbanos ojo avizor a posibles delitos de estos «especialistas».
En el ránking de estaciones más conflictivas destaca la de Espanya, seguida de Barceloneta y Sants.
Los agentes y los carteristas ya se conocen después de tantas veces actuando y posteriormente siendo detenidos.
Este déficit en la seguridad, hace que el sentir de la sociedad hacia la ciudad sea negativo y que tanto turistas como ciudadanos de la misma, desconfíen y no se sientan seguros en su propia ciudad. Esto hace que el turismo se pueda ver afectado repercutiendo en la imagen de la ciudad.