Los pecados del cardenal australiano George Pell, quien fuera el número tres del Vaticano, tienen ya un castigo concreto. El ex responsable de las finanzas vaticanas ha sido condenado este miércoles a seis años de prisión por cinco delitos de pederastia, uno por penetración oral, contra dos menores que pertenecían al coro de la catedral de Melbourne. El todavía purpurado ha recurrido el fallo y su entorno considera que tiene muchas posibilidiades de salir exculpado en la segunda instancia. Pero el juez Peter Kidd del Tribunal del Estado de Victoria subraya ahora que deberá cumplir tres años y ocho meses de la condena antes de pedir la libertad condicional. Es decir, a partir de octubre de 2022.
La noticia de la condena de Pell es un tremendo batacazo a la imagen de la Iglesia y a la política de tolerancia cero promulgada durante este pontificado. Especialmente cuando llega de una forma tan cercana en el tiempo a la cumbre contra los abusos a menores celebrado a finales de febrero en el Vaticano. Entonces se habló de transparencia, control a los obispos y castigos concretos. Un inventario de medidas ausentes por completo en el caso de Pell. Consejero directo del papa Francisco hasta el pasado mes de diciembre (al menos en el organigrama vaticano), es el miembro de más alto rango de la Iglesia católica en ser sentenciado por abusos a menores.
Los hechos empezarán a ser revisados en junio. Pero, de momento, la sentencia considera probado que ocurrieron los años noventa en la Catedral de San Patricio, en Melbourne, y se produjeron los abusos. Más allá de ese capítulo, desde hacía muchos años pesaba una alargada sombra de acusaciones sobre el cardenal. «En mi opinión, su conducta estuvo impregnada de una arrogancia asombrosa», señaló el magistrado. Kidd añadió que en el juicio «mantuvo su inocencia, que es su derecho», pero al mismo tiempo nunca mostró «remordimiento o contrición».
El religioso se enfrentaba a una pena máxima de 50 de años de prisión, pero el juez argumentó que tuvo en cuenta tanto la edad del cardenal: 77 años, como los delitos «horribles» de los que se le acusaba. El juez Kidd, como señala la agencia EFE, remarcó en la sentencia que el abuso contra los dos niños del coro, que se produjo cuando iba aún vestido con sus atuendos religiosos oficiales, supusieron «un ataque sexual descarado y forzado contra las víctimas». «Los actos fueron sexualmente gráficos, ambas víctimas estaban visiblemente y audiblemente angustiadas durante la ofensa», precisó el magistrado, al insistir en que Pell era consciente de sus actos e incluso no reaccionó cuando uno de los niños le pidió que los dejara ir.
La sentencia se emite después de que un jurado hallara culpable a Pell en diciembre del año pasado de los cinco delitos que se le atribuían, aunque el veredicto no se conoció hasta el 26 de febrero tras el sobreseimiento de un segundo caso contra el jerarca de la Iglesia católica por supuestos abusos sexuales contra menores en la década de 1970 en su ciudad natal, Ballarat. El 27 de febrero el religioso fue detenido a la espera de conocer su sentencia, que se ha hecho pública este miércoles.