Las falsificaciones son cada vez más habituales. A pesar de la recesión en la economía mundial y los frecuentes avisos en referencia a la dimensión del fenómeno, el número de copias falsas aumenta. De acuerdo con el último estudio (datos 2016) de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y la Agencia Europea de la Propiedad Intelectual, que tiene sede en Alicante (Euipo), los bienes falsificados suponen el 3,3% de los transacciones mundiales, cuando el anterior dato fechado en el informe del 2013 este porcentaje era inferior, al situarse en el 2,5%.
Esto representa, respecto a los bienes decomisados en las aduanas, 450.000 millones de euros, un 10,4% más en sólo tres años. Según el director ejecutivo de la Euipo la mayoría de las mercancías falsificadas se envían a través de pequeños paquetes enviados por servicios postales y mensajería urgente. Esto dificulta su rastreo en las aduanas.
La creciente moda del comercio electrónico hace que una gran suma de los envíos sean a través de pequeños paquetes. Esto queda contrastado con que hoy en día, el 69% de las confiscaciones sean de este tipo, comprobando que en la mitad de los casos había sólo un artículo en los paquetes.
China es el origen de la mayor parte de las falsificaciones, cayendo a veces en sus propias redes siendo víctima de sus propias redes ilegales. En Europa casi el 7% de importaciones suponen copias ilícitas.
Las falsificaciones pueden suponer un riesgo para la seguridad de los consumidores, sobre todo en productos relacionados directamente con la salud tales como material médico, medicamentos o cosméticos.