La cicatriz que dejó la vacuna de la viruela

Todos aquellos vacunados de la viruela entre 1966 y 1977 tienen una cicatriz en la parte superior del brazo

Los brotes que han surgido por Europa y Estados Unidos de la llamada viruela del mono, ya ha puesto en alarma a doce país, entre ellos a España. Las personas más susceptibles de contagiarse son aquellas que hayan mantenido contacto con alguien que lo padece y que está sufriendo los síntomas.

Esta enfermedad se asemeja bastante a la viruela que mucha gente sufrió en el pasado, aunque los síntomas son más leves. Esta enfermedad tiene un bajo índice de inmunización, ya que la enfermedad se dio por erradicada y se dejó de vacunar. Por ello, toda la población por debajo de los 40 o 50 años no está vacunada contra la viruela.

¿Y los qué si están vacunados?

¿Poqué tienen esa cicatriz en la parte superior del brazo? Seguramente todos hayamos visto esa cicatriz alguna vez, incluso quien la tenga en su brazo se habrá olvidado que está ahí. Pero no ha sido hasta ahora, que ha surgido este «Monkeypox», cuando nos hemos empezado a preguntar porqué vacunarse dejaba esa marca y porqué es tan grande.

La explicación a ello está en la aguja que se utilizaba para inyectar la vacuna. Esta era la aguja bifurcada, que se sumergía en la solución de la vacunan y al sacarla quedaba una gota del líquido de la vacuna entre las dos puntas. Para inyectarla se puncionaba en la piel unas 15 veces en pocos segundos. Cuando la herida se curaba dejaba esa cicatriz común a toda la gente mayor de 40 años.

La aguja bifurcada

La aguja bifurcada la inventó el doctor Benjamin Rubin en 1965 y, entre 1966 y 1977, se utilizó para inmunizar a más de 200 millones de personas en todo el mundo. Esta fue la herramienta que erradicó la viruela.