El ‘Atlas del cielo’ esconde todas las razones por las que nos obsesionan el espacio y las estrellas
Es imposible mirar hacía y no preguntarnos que esconde el espacio y las estrellas e incluso, otros planetas. Da igual el idioma en el que nos lo preguntemos. Puede ser inglés, castellano o esperanto. En cualquier lengua, el espacio es nuestra frontera desconocida. Desde el principio de los tiempos, los precursores de los astrónomos se preguntaban qué había más allá del cielo, qué eran todos esos puntitos brillantes. Siempre hemos querido llegar allí, de forma figurada y también real. A aquellas luces del firmamento, nuestros precursores les pusieron nombres y formas exóticas. Orión, Hydra, Géminis, Andrómeda. Ahora, cientos de años después, sabemos que son constelaciones.
Esa necesidad se puede ver, por ejemplo, en la edificación de los rascacielos. Construcciones enormes que nos intentan separar todo lo posible del mismo suelo. Ya en la antigüedad tuvimos grandes edificaciones la Torre de Babel o las pirámides de Egipto. Por aquel entonces el ser humano, en su eterna arrogancia, la construyó para tratar de tocar el cielo. Aquello acabó como acabó, por eso hemos dejado que sea la ciencia y nuestro asombroso intelecto los que nos permitan estar más cerca de los cuerpos celestes.
En 1969 conseguimos llegar a la Luna. Fue un acontecimiento de tal magnitud que se siguió en directo por televisión alrededor de todo el planeta. Ahora, 54 años después de aquella gesta seguimos queriendo llegar a nuestro satélite. De hecho, India acaba de llegar por primera vez al polo sur de la Luna. Algo que no se había conseguido hasta ahora.
Pero no nos queremos quedar solo ahí. Tenemos entre ceja y ceja llegar a Marte. Aunque ni hemos empezado a rascar la superficie de lo desconocido. Por eso lo hemos imaginado en cientos de libros y de películas: “2001, una odisea en el espacio”, “Star Trek”, “Star Wars”, “Interstellar”, “Wall-E” y muchas más han alimentado ese deseo. Esas ganas por dejar atrás nuestro planeta. Ya no nos conformamos solo con verlo. Queremos jugarlo, vivirlo. El mundo de los videojuegos está consiguiendo dar un paso más y acompañar a nuestra imaginación y es solo el principio de lo que nos espera en un futuro no muy lejano.