A partir de la segunda quincena de diciembre se comienza a hacer el balance del año que finaliza y las perspectivas del que se acerca. Esto se hace en todos los ámbitos, públicos y privados y, desde un punto de vista global como país, se suele hablar de datos de empleo, de cuál es el Salario Mínimo Interprofesional y de qué perspectivas de crecimiento dan los organismos económicos para España con esta nueva cifra.
Porque este año ha sido un año bastante convulso en cuanto a la economía se refiere, sentida y concebida al ritmo del vaivén político, el cambio de gobierno y el Pròces, cambiando las perspectivas de crecimiento con bastante asiduidad, mucho más de a la que normalmente se está acostumbrado.
Lo que sí representa una certeza y debería marcar el contexto global y de partida de las políticas públicas a partir de 2019, es el dato que revelaba el Instituto Nacional de Estadística hace unos días sobre la escasa tasa de natalidad, la más baja desde que hay registros.
Así es. La pirámide poblacional se está invirtiendo cada vez más y es en eso donde hay que poner el foco de alguna manera porque, si no, la situación como país se puede volver insostenible.
Todos los temas, la sanidad, la educación, las pensiones, o el aumento del Salario Mínimo Interprofesional, en cierta medida, contribuyen al bienestar de la ciudadanía y, por tanto, a una posibilidad de sentir las necesidades básicas cubiertas – que cada vez son más – y, quizá poder formar una familia.
¿Es eso realmente lo que lastra la tasa de natalidad? ¿El de cubrir una serie de necesidades primero? ¿Una cuestión de prioridades? Como todo, no hay una única respuesta de por qué, cada vez, nacen menos niños.
Los datos dicen que la media en la maternidad está ya por los 33 años. Esto hace que la mujer no esté en una edad tan fértil como hace 40 años, que se tenían los niños a los 22 años. Pero no sólo es un aspecto de la mujer y su fertilidad. La alimentación, la contaminación, los ritmos acelerados también influyen en la imposibilidad de fecundar.
Y en esos aspectos mucho puede influir la política, con la racionalización de los horarios de trabajo, la posibilidad de medidas de conciliación que no recaigan siempre sobre la empresa privada ni sobre la mujer – que, en la actualidad, se encuentra totalmente en desventaja –.
Por otro lado, está la otra parte, la que se encuentra ahora en la planta de arriba de la pirámide: nuestros mayores, que cada vez son más mayores, muchos de ellos tienen una gran vitalidad.
También a ellos hay que ayudarles de alguna manera a que se sientan partícipes del día a día. Ya muchas empresas se están dando cuenta de que cada vez son más y están creando productos adaptados para ellos, como móviles sencillos con botones y caracteres grandes u otras actividades de cara a seguir potenciando sus cualidades y que sigan siendo – y sintiéndose útiles – hasta que puedan serlo, transmitiendo su conocimiento y su experiencia.
En esta dicotomía de pocos bebés y muchos mayores nos vamos a mover en los próximos años y debemos estar preparados.
Digital de León