Tras la pandemia, la tendencia de usar las tarjetas para pagar se volvió una costumbre para muchos por sus facilidades de uso, donde ya no es ni siquiera necesario que la banda se introduzca en el datáfono y te obligue a meter el número pin. El contactless ofreció la oportunidad de acercar la tarjeta y evitar tener que desinfectar todo después. Además, con las nuevas aplicaciones móviles, los sistemas son capaces de almacenar la cuenta bancaria para poder pagar con el dispositivo en cuestión.
Al ser tan cómodo, el dinero en efectivo ha ido perdiendo protagonismo en los establecimientos, los cuales, incluso un café o una barra de pan, pueden ser cobrados con una tarjeta. La molesta calderilla de los productos a 99 céntimos, cuya vuelta nos daba una mísera moneda de un céntimo que acababa en el bolsillo, tiene sus días contados, y es que ala población cada vez le da más pereza por ir a un cajero.
Si bien, dependiendo del banco, la persona tendrá más accesibilidad a estas cabinas donde se puede retirar el dinero en efectivo, hay en algunas ciudades, en las que va siendo complicado que no te pongan problemas para devolverte ciertas cantidades de vuelta. No obstante, por la crisis actual, este hábito de preferir tarjetas está disminuyendo, puesto que, según los psicólogos, mantener el dinero en efectivo nos ayuda a controlar los gastos.
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