El gran descubrimiento de la penicilina que revolucionó el mundo de la medicina
Hace casi un siglo que se descubrió la penicilina de forma accidental. En 1928, el médico y científico británico estaba mirando un cultivo de bacterias cuando, sin saber en qué momento, un hongo atacó dichas bacterias y las eliminó. Para Alexander Fleming este hecho fue sorprendente y decidió seguir investigando el hongo, al que se le conocería como Penicillium notatum y comúnmente como penicilina. Sus investigaciones siempre se centraron en la búsqueda de antibióticos que pudiesen acabar con las bacterias nocivas que atacaban el cuerpo, después de todo, en aquella época era habitual morir tras una simple infección.
Un 28 de septiembre hace muchos años, Fleming encontraría la solución a enfermedades como la endocarditis bacteriana, meningitis, neumonía neumocócica, gonorrea y sífilis. Gracias a la penicilina, actualmente tenemos a nuestro alcance muchos antibióticos que utilizan esta composición como base. No obstante, no siempre estuvieron a disposición de todos. No fue hasta el año 1944 que llegó a España y fue usado por primera vez. El primer civil en recibirlo fue una pequeña niña madrileña de tan solo 9 años que sufría septicemia estreptocócica y que otros médicos daban por caso perdido.
El problema surgió cuando el precio era demasiado caro y el fármaco era considerado «peligroso y no testado», por lo que tuvo que venderse en el mercado negro hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el reconocido doctor Jiménez Díaz creo una fundación a su nombre, en la que extendió el uso de la penicilina hasta que la sociedad lo normalizó. Este hombre fue el que hizo que se popularizase en España y se pudiese utilizar en clínicas y hospitales, consiguiendo salvar miles de personas. Sin duda, la penicilina es un fármaco que revolucionó el mundo y a la que le debemos mucho.