Hay dudas sobre algunos de ellos y si realmente llegaron a existir, y mucho debate sobre cuál es su localización exacta
El único paraíso es el paraíso perdido. Quizá porque siempre andamos buscando lo que aún no se ha encontrado. Es algo típico de la idiosincrasia humana, eso de descubrir cosas: nuevos continentes, objetos perdidos, lugares míticos que quizá nunca llegaron a existir. Por algo inventamos las oficinas de objetos perdidos, para que uno siempre tenga la esperanza de encontrar lo que en otro tiempo tuvo.
A lo largo de la historia ha habido antigüedades con mayor importancia en algunas ocasiones que los dueños que los poseyeron, o incluso que tuvieron la suerte de pasar de mano en mano. Algunos han quedado como leyendas en el imaginario colectivo, sin saber del todo si realmente llegaron a existir, y su localización a día de hoy todavía se discute.
Excálibur
La legendaria espada de Arturo conforma una de las leyendas más importantes del imaginario occidental. Aunque existen diversas versiones, la más aceptada es que el rey consiguió sacarla de una piedra, demostrando así que le pertenecía. En la Edad Media, las armas adquirieron una importancia similar a los héroes que las portaban, como El Cid y Tizona o Roldán y Durandarte. Según parece, la espada habría desaparecido cuando Arturo, moribundo, ordenó a uno de sus caballeros que la arrojase a un estanque. El caballero (Lanzarote, Perceval, Bedivere, dependiendo del relato) obedece de mala gana, y entonces una mano vestida de seda blanca surge de la superficie del agua, la coge y desaparece con ella. Esto podría estar basado en la costumbre de algunos pueblos celtas de lanzar a los lagos algunas pertenencias de grandes guerreros que acababan de morir, como ofrenda a los dioses.
Santo Grial
El objeto más buscado del mundo: la copa en la que Jesucristo bebió durante la Última Cena y en la que José de Arimatea recogió su sangre cuando fue crucificado. Se ha hablado, escrito y teorizado mucho acerca de su paradero, aunque lo cierto es que la Biblia como tal no lo menciona. Durante la época de las Cruzadas, este objeto alcanzó su máxima popularidad, y muchos soldados cristianos lo buscaban y regresaban de Tierra Santa con preciados botines.
.
.
.
.
.
.
.
Fuente: El Confidencial.