La vida ya nunca fue igual para Julio Iglesias después de aquella noche de hace 50 años en la que se proclamó ganador del Festival de Benidorm, iniciando así una de las carreras artísticas más exitosas de la historia y alterando de paso el modesto ecosistema de la música en español para siempre.
Porque antes de Luis Fonsi, Ricky Martin, Shakira o el propio Enrique Iglesias, antes de Raphael o Juan Gabriel, el mundo aprendió castellano a través de un joven madrileño que tuvo que dejar su prometedora carrera como futbolista a causa de un accidente de coche y que decidió probar suerte con una exigua voz. «Aprendí a cantar en los últimos 15 años», reconoció en una entrevista en 2010, cuando se animó a regrabar todas las canciones de su vida, unas 140 calculó él, desde la inicial «La vida sigue igual» con la que experimentó su primer triunfo en la cita benidormí un 17 de julio de 1968.
De sus más de 80 álbumes se le estiman unas ventas superiores a los 350 millones de ejemplares en muy diversos idiomas, por lo que ostenta el récord «Guinness» al «artista latino que más discos ha vendido en el mundo».
En esa escalada internacional, su primer gran hito consistió en participar en el Festival de Eurovisión de 1970 con «Gwendolyne». Acabó en cuarto lugar, pero logró grabar la canción en cuatro lenguas distintas y coronar las listas de ventas de varios países.