Diferentes formas de mirar el desamor

«Ahora dentro de mí llevo/mi alta soledad delgada.« Así finaliza Manuel Altolaguirre su poema Separación. La poesía es una de las mejores fuentes para estudiar cómo el hombre afronta momentos críticos a nivel personal como el fracaso, el desaliento, la frustración o los enamoramientos.

O los desenamoramientos. En España, durante el primer trimestre de lo que va de año (2017) 31.694 parejas se separaron o divorciaron, según datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Cada persona afronta este impás personal en función de diversos factores, como explican los psicólogos de pareja consultados. La personalidad de cada uno, el entorno social en el que se mueve, el grado de implicación en la relación, la adoración hacia el otro, quién tomó la decisión, determinarán cómo supere la persona la ruptura.

Hay quienes se refugian en un tarot amigo, al que utilizan como apoyo en los duros momentos. Este tipo de tarot compañero se especializa en escuchar al interlocutor como estrategia para ayudar a expulsar los sentimientos que toda separación provoca en el interior. Los usuarios de estos servicios de tarot camarada aseguran que, independientemente que se crea en su poder o no, lo cierto es que suponen un importante referente para mitigar los primeros instantes de la nueva situación.

Otros, por el contrario, se echan en brazos de la comida. Entre los recursos más adictivos se encuentran el chocolate, los dulces o la mala alimentación con productos precocinados. Los expertos señalan, que sobre todo en el caso de los hombres, verse de nuevo en condición de solteros, corre el riesgo de crear una dinámica de comidas poco saludables, consumiendo más alimentos precocinados y fast food.

> Este tipo de trastornos temporales pueden generar patologías que si no se controlan, degeneran en problemas de salud graves. De ahí la importancia de los psicólogos en las separaciones como vehículos para canalizar el torrente de sentimientos que desbordan la psique humana cuando enfrenta un problema. No en vano, cada vez más separados acuden al psicólogo especialista en divorcios como vía para dotarse de aquellos recursos que no dispone para afrontar la situación.

La ruptura, sobre todo aquella que surge entre dos personas que en un momento dado han estado muy unidas en todos los niveles sociales, requiere de un periodo de superación, dependiente de la naturaleza de cada uno, y con sus matices y distancias.

Las fases de una separación amorosa

[…]»Pintó el recuerdo los cuadros/que decoran sus estancias./Allí mis pasadas dichas/con mi pena de hoy contrastan.»

Según los expertos, el ser humano toma el fin de una relación de forma muy similar a como encara un duelo. Con la salvedad de que con este, se es consciente de la pérdida definitiva de la otra persona de forma involuntaria, mientras que en la primera, el alejamiento supone que esa persona sigue vive y que no va a estar a su lado de forma voluntaria. Este es el punto más delicado, explican los psicólogos.

El día después del adiós aparece el sentimiento de negación. La persona se niega a aceptar que la relación que ha mantenido con otra persona se ha disuelto. Esta negativa de la realidad genera un peligroso enemigo: la esperanza de retomarla.

Seguidamente, explican, se suelen presentar dos reacciones. Por un lado, la persona entra en la fase de enfado, en la que muestra su rabia hacia la otra persona, o lo que es más peligroso, hacia uno mismo, buscando justificaciones del por qué de la ruptura.

Según los psicólogos, esta fase es la que entraña un mayor riesgo para la salud interior de la persona, ya que tanto en una vertiente (el otro) como en otra (el yo), se cargan de negativismo que puede degenerar en problemas con las relaciones sociales a todos los niveles.

La segunda reacción implica asimilar que esos momentos existieron y forman parte del pasado. No se pueden eliminar, y la persona aprende a convivir con ellos. La sensación de dolor, aclaran, permanece, pero se toma la decisión de buscar una solución.

En ambas situaciones, los psicólogos recomiendan no guardarse ningún sentimiento, ni positivo ni negativo. Emocionarse y querer llorar el dolor, a largo plazo, es altamente saludable. De hecho, configura una continuación natural: la aceptación y asimilación.

Y después, qué

[…] «Ahora dentro de mí llevo / mi alta soledad delgada.»

Tras un tiempo de reflexión y batalla interna, exponen los expertos, la mente está preparada para encarar el después. Ha llegado la hora de asumir que ha pasado, por qué ha pasado, para buscar un nuevo rumbo. La señal de que una persona se encuentra en este punto, revelan, reside en que puedes hablar de la relación sin emocionarse.

Lo importante, remarcan, es no acotar el tiempo que cada persona requiere para superar el desamor, sino acompañar en cada fase a la persona y dotarla de las herramientas para que por sí misma, encuentre un nuevo camino para recorrer.

Digital de León

Maria Ortiz

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