Una forma octogonal perfecta
Enclavado en la región de Puglia en Italia, cerca de la ciudad de Andría, se alza majestuoso el Castel del Monte, una de las fortalezas más inusuales no solo en Italia sino en toda Europa. Su peculiaridad radica en su forma octogonal, una característica que lo hace único en su género y que ha capturado la atención de arquitectos, historiadores y turistas por igual. A 540 metros sobre el nivel del mar, en lo alto de una colina, este castillo medieval se erige como un ejemplo sobresaliente de la fusión de elementos arquitectónicos grecorromanos, orientales y góticos cistercienses del norte de Europa. Tanto su singularidad como su importancia histórica lo llevaron a ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996.
Para comprender el origen de esta estructura, es necesario remontarse al siglo XIII, en la época de Federico II de Suabia. Este monarca, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y Rey de Sicilia, era un ferviente amante de las matemáticas, la poesía, la filosofía y la astronomía. Esta pasión lo llevó a rodearse de eruditos de diversas procedencias, desde griegos y árabes hasta italianos y judíos, convirtiéndose así en un precursor de los humanistas modernos. Durante su reinado, el sur de Italia experimentó un florecimiento cultural sin precedentes.
Fue en 1221 cuando Federico II visitó la región de Apulia (Puglia) y quedó cautivado por su encanto. A lo largo de los siguientes 30 años, dio vida a varias fortalezas y palacios en la zona, dotando al paisaje rural de una identidad arquitectónica única y contribuyendo al patrimonio artístico de la región.
Castel del Monte, construido entre 1240 y 1250, destaca por su riguroso enfoque geométrico y matemático, uniendo diversos estilos arquitectónicos en una armoniosa composición. La entrada, con arcos románicos y elementos góticos, contrasta con los frisos interiores de influencia clásica y los mosaicos islámicos. Aunque se debate sobre su función exacta, se cree que sirvió como lugar de encuentro para eruditos, alquimistas y pensadores de la época, o incluso como residencia ocasional de Federico II.
El patrimonio interior del castillo es igualmente fascinante. Sus dieciséis salas, ocho en cada planta, presentan formas trapezoidales y techos de bóvedas de crucería nervada. El patio octogonal es un derroche de colores, gracias a los materiales empleados: piedra triturada de coral, caliza y mármoles. Aunque el tiempo ha desgastado algunas esculturas, aún se conservan detalles como las ménsulas antropomórficas y los telamones que sostienen las bóvedas.
Curiosidades rodean este icónico castillo. Enrique de Castilla, hijo de Federico II, fue prisionero en el castillo durante años. La imagen de Castel del Monte incluso apareció en monedas italianas de un céntimo en 2001. Desde arriba, la fortaleza se asemeja a una corona, simbolizando el estatus de su residente. La disposición de las escaleras de caracol, el número ocho presente en toda la estructura y la influencia astronómica que juega con la luz y la sombra durante solsticios y equinoccios, dan testimonio de su naturaleza única.
Hoy en día, el castillo es un destino turístico abierto al público, con visitas previamente reservadas por 10 euros. En su interior, los visitantes pueden explorar la riqueza histórica y artística de esta joya arquitectónica que perdura a lo largo del tiempo, recordando la época en que Federico II y su pasión por el conocimiento dejaron una marca indeleble en la región de Puglia y en la historia de la arquitectura europea.