Santos Blanco era el rubio de alma angelical que logró convertirse en uno de los pesos pesados de «Locomía». A pesar de no ser uno de los fundadores, en poco más de un año logró convertirse en el alma del grupo.
Blanco decidió dejar de lado todo lo referente a la música y se dedicó a la sanidad. Poco más se ha logrado saber sobre su vida en los últimos 25 años. Su fallecimiento provocó un gran «shock» entre sus compañeros de formación y en el mundo de la música. Por el buen recuerdo que les dejó y por la temprana edad a la que se marchaba, 46 años. Además, las circunstancias hicieron que todo fuera mucho más dramático.
Santos Blanco murió solo en una habitación del albergue Covadonga de Gijón. No despertó. Su compañero de habitación se fue al baño y pensó que estaba dormido, pero Blanco se había marchado para siempre. Llegó al albergue gijonés para una semana y trató de prolongar su estancia pero no le fue posible. Durante los días que pasó allí, trató de buscar trabajo sin éxito.
Poco se sabía de él. Había llegado a Gijón pero no estaba empadronado en la ciudad. Por el lugar pasaba decenas de personas a diario pero nadie lo reconoció. Tampoco por las calles de Gijón que recorrió en busca de un empleo. Ni los servicios sociales. Nadie se podía imaginar que aquel hombre había formado parte de «Locomía», el grupo que revolucionó la música en los 80 con sus trajes cuidados, sus hombreras desproporcionadas y los abanicos que se movían a ritmos imposibles.