Siniestro y temeroso, la maldición de los bisiestos
La peculiaridad del 2024 es que es bisiesto. Lo que significa que febrero tendrá 29 días en lugar de 28. Un hecho que sucede cada cuatro años y tiene como fin ajustar las diferencias de calendario. Y es que el año no son 365 días exactos, exactamente son 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,25 segundos. Un redondeo a 6 y que se ajusta con el año bisiesto para evitar que las fechas astronómicas y cronológicas dejen de coincidir.
Julio César, en el año 46 a.C. percibió esta particularidad y explicó que «perdemos un día cada cuatro años». La colocación de los años bisiestos fue impuesta por Dionisio ‘El pequeño’, un monje de Turquía, que en torno al año 200 halló la diferencia y arregló el desajuste con los bisiestos. De no tener años bisiestos el solsticio de verano podría suceder en el solsticio de invierno y viceversa.
De no existir el año bisiesto, los seres humanos no podrían seguir el ciclo de la naturaleza.
La creencia popular hace creer que los años bisiestos son siniestros y atraen calamidades y catástrofes de gran impacto.