Los visigodos fueron un pueblo que se instauró en la península ibérica y que nos dejaron restos para conocer su cultura
El imperio romano, que arrastró una fuerte crisis en el siglo III, terminó por desaparecer, lo que aconteció en el año 476. La causa esencial de esa desgracia está en los graves problemas internos, tanto políticos y militares como sociales y económicos, pero también contribuyó a su caída la presión ejercida desde el exterior de sus frontera por los denominados pueblos barbaros, que en su mayor parte pertenecían al grupo germánico. La península fue invadida a comienzo del siglo V, concretamente el año 409, la invasión de dichos pueblos, en concreto los suevos y los vándalos, ambos pertenecientes al tronco germano y los alanos, estos últimos de origen asiático. Poco después aparecieron en la península los visigodos, que tenían un pacto con Roma con la finalidad de eliminar de Hispania a los invasores. En la actualidad todavía se conservan algunas construcciones de los visigodos.
La Cripta de San Antolín está localizada en Palencia debajo del coro de la catedral gótica de Palencia nos encontramos con dos construcciones altomedievales, de distintas épocas, pero con muchas características comunes. Una de ellas es una gran sala abovedada de los que hemos descrito como estilo protorrománico, desde la que se accede a una segunda sala de menor tamaño. Las dos salas tienen estilos distintos, son similares a la planta inferior de la Cámara Santa de Oviedo que estaría inspirada en la cripta visigoda de San Antolín, pero a su vez dicho edificio asturiano del siglo IX sería un claro antecedente de la sala protorrománica de Palencia. Las tres son construcciones en forma de nave rectangular, totalmente abovedadas, con arcos fajones reforzando su estructura, construidas como parte inferior de un edificio de doble planta, y las tres dentro de una tradición ya comentada, de construcciones de este tipo en la España altomedieval, de la que también nos encontramos con otros ejemplos en varias fases del periodo prerrománico como el Mausoleo de la Alberca, Santa Eulalia de Bóveda o Santa María del Naranco.
El panteón conocido como El Cason se localiza en el paraje «Tras el huertecico» a las afueras de Jumilla. Forma parte del antiguo emplazamiento romano junto a las villas de Los Cipreses, El Pedregal y otros restos que han ido apareciendo en la localidad. Su patronímico aparece en el siglo XVIII, cuando lo cita el canónigo J. Lozano Santa. Para localizar este pequeño mausoleo familiar, una vez en el interior de la ciudad de Jumilla, hay que dirigirse al suroeste del cerro del castillo, llegando al barrio de San Antón. El monumento ha sido integrado en una pequeña plaza donde se contempla exento y pasa la avenida del Casón. En la actualidad está ubicado en una plaza dentro de la población ya que esta ha sufrido una importante expansión durante la década de los años 70 del pasado siglo.. Esta urbanización de la zona provocó el deterioro del monumento, tanto por las agresiones humanas como por el hecho de que las aguas de escorrentía de la zona del Castillo iban a dar contra el sepulcro. A pesar de todo esto el alto nivel de los materiales y la técnica de construcción del mausoleo ha permitido que haya llegado en muy buen estado hasta nuestros días. Solamente encontramos pequeños desperfectos de aparatos no portantes y grietas en los enlucidos de las cubiertas
El nombre de Los Hitos viene de los continuos hallazgos de restos de escultura y sillares que los labriegos de la localidad extraían con sus arados. Éstos restos fueron amontonados a lo largo de los años en la zona Norte del predio. Este descubrimiento despertó el interés de los vecinos y otros aficionados a las antigüedades que excavaban por todas parte en busca de tesoros. Los Investigadores ya tenían conocimiento en el siglo XVI de la existencia de este yacimiento. En la época contemporánea, la primera noticia del yacimiento se remonta al año 1947, cuando el arqueólogo alemán Helmuth Schlunk intuyó la existencia de Los Hitos, un nombre nacido de los hallazgos de restos de escultura y sillares que los vecinos extraían con sus arados y que han utilizado para ornamentar las fachadas del municipio y decorar sus patios. Ya más recientemente, entre finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo pasado, el arqueólogo Luis Balmaseda excavó los restos y los interpretó como la cabecera de una iglesia de época visigoda. Pero ha sido ahora cuando se puede afirmar lo que realmente había en este espacio hace quince siglos. Según el director de la excavación, el arqueólogo Jorge Morín, el yacimiento de Los Hitos estuvo en pie hasta el siglo VII y fue en realidad un palacio del que brotaban dos pórticos sobre una planta «mimética» a la iglesia prerrománica de Santa María del Naranco de la que sería precedente.
La necrópolis de Cacera de la Rana se encuentra dentro del término de Aranjuez, a uno 8,5 km de éste, próximo al río Tajo, recibiendo el nombre de un pequeño reguero o cacera que discurre por las inmediaciones. Ésta se localiza en las inmediaciones de la vía romana construida por Vespasiano y restaurada después por Trajano, que conservaba su importancia dentro del esquema de la red viaria general de la península en época visigoda. La vía comunicaba la provincia Tarraconenses con la Lusitania, y que conducía a Caesaragusta hasta Emérita Augusta pasando por Bibilli, Segontia, Complutum, Toletum y Augustóbriga. En definitiva campaña arqueológica fue proyectada en 1988, ante el peligro que sufría el yacimiento frente a las máquinas de extracción de áridos y los detectores de metales ilegales. La necrópolis se extiende unos mil metros cuadrados y se han documentado cerca de 200 sepulturas, pudiéndose tratar dos de ellas de panteones familiares. La distribución de los enterramientos es aleatoria, próximos entre sí a distancia regulares pero sin seguir ningún esquema y aprovechando al máximo el terreno. El elemento más utilizado es el yeso, demostrado cierta preocupación por la arquitectura funeraria, apareciendo ocho tipologías de tumbas, siendo las más habituales la fosa revestida de lajas de yeso y las fosas excavadas sin delimitación. Las sepulturas estarían señalizadas siguiendo la práctica romana y distribuidas por calles y pasillos irregulares.
El tesoro de Guarrazar en Toledo fue descubierto en 1858, es el conjunto más importante de orfebrería visigoda en Europa. Maltrecho, desmembrado y parcialmente exiliado a Francia después de su hallazgo, de él se han conservado 10 coronas y 8 cruces votivas de oro y pedrería que habían sido donadas por la realeza y altos dignatarios visigodos a alguna iglesia toledana a lo largo del siglo VII. En el 711 se pusieron a buen recaudo ante la invasión árabe. Actualmente se expone en tres instituciones museísticas de España y Francia. A lo largo del exilio, se fue tejiendo un mito de desprestigio en torno a Guarrazar, fruto de su rocambolesca historia, tanto como de las discusiones y rivalidades entre intelectuales y políticos decimonónicos de uno y otro país, lo que retrasó durante décadas el curso de su investigación científica. Hoy tenemos que desmentir el mito salvo por los desperfectos debidos al paso del tiempo y las condiciones de su ocultación. La intervención posterior al hallazgo fue vandálica porque destruyó para la memoria una parte importante del tesoro, pero lo que por casualidad o empeño ha llegado hasta nosotros, se recompuso consiguiendo reparar gran parte del tesoro.
La Recópolis fue una ciudad palatina creada ex novo por Leovigildo allá por el año 578 en honor de su hijo Racaredo que tuvo importante vitalidad durante siglos, incluso una vez conquistada la Península por los musulmanes en el siglo VIII. Esta ciudad fue un importante centro administrativo de esta zona central del Reino. El carácter urbano y palatino de Recópolis debe mucho a la admiración de Leovigildo por la civilización bizantina que todavía permanecía viva en las costas mediterráneas de España. El yacimiento de Recópolis está a menos de 2 kilómetros de Zorita de los Canes y la Junta de Castilla La Mancha decidió crear un Parque Arqueológico con un centro de interpretación para la puesta en valor de estas vetustas ruinas. El valor de Recópolis es grande, especialmente porque de la etapa del reino Visigodo, a pesar de su importancia histórica, nos han quedado sorprendentemente pocas construcciones y obras de arte. La ciudad quedó despoblada en el siglo IX cuando la población musulmana se mudó al vecino castillo de Zorita, más facilmente defendible ante las acometidas cristianas. Además de que la ciudad fue abandonada se utilizaron sus restos para la construcción del castillo de Zorita.
El asentamiento fortificado de Puig Rom es un poblado amurallado del siglo VII d.C. Fue descubierta en el año 1946, la fortificación superficie de 0,9 hectáreas y 125 metros de anchura máxima de norte a sur, y 110 metros de este a oeste. En su origen constaba de dos torres cuadrangulares ubicadas a los lados de la única puerta de acceso y estaba protegida por una muralla muy singular. Con un grosor de 2 metros, estaba construida por una doble pared. Tiene una altura de 3 o 4 metros en los sectores este y sur, los que se encuentran en un mejor estado. En su interior, los arqueólogos hallaron monedas visigodas y romanas, diversas herramientas de hierro con fines agrícolas, cinturones visigodos, ornamentos bizantinos y cerámica. El perímetro del Castrum tiene una forma ovalada y el terreno muestra la existencia de calles y casas de planta cuadrangular adosadas a la muralla. La ausencia de restos de armas nos hace pensar que no se trata de un asentamiento militar sino de un poblado civil habitado por labradores, artesanos y pescadores.
El Tesoro de Torredonjimeno es un conjunto de orfebrería visigoda compuesto por varías coronas que los reyes visigodos ofrecieron a la iglesia a modo de ofrenda. Es uno de los ejemplares de orfebrería visigoda más importantes de España. Esta corona votiva es una ofrenda en forma de corona, hecha con metales preciosos y adornada con joyas. Tiene una forma especial, puesto que está diseñada para ser suspendida por cadenas en un altar, santuario o imagen. Este tipo de ejemplares se realizaban como ofrenda a Dios y a los santos, con el objetivo de obtener su protección. Probablemente, el Tesoro de Torredonjimeno estuvo dedicado a las santas mártires Justa y Rufina, dos hermanas sevillanas. El tesoro se descubrió en el siglo XX, en la gran iglesia de Sevilla. El tesoro de Torredonjimeno fue guardado con mucho esmero, protegiéndolo con obras de piedras y cal, formando una especie de caja. El hincapié en guardar la joya es debido a que en el año 711 se escondieron de las tropas invasoras islámicas. En el año 711 varios grupos de árabes, sirios y bereberes, al mando de Tarik y procedentes de Oriente y el Norte de África, derrotando al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Este hecho desencadena el inicio de la dominación árabe de la Península Ibérica, la cual se prolongó hasta 1492 cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada.
El Arco de San Juán de Panjón es una de las escasas manifestaciones de arte germánico en Galicia, sin semejanza en muchos km a la redonda. Formaban parte de la desaparecida iglesia parroquial de San Xoán de Panxon y pasó desapecibida hasta 1926. Daba entrada al presbiterio del antiguo templo de planta basilica. Un magnífico arco de herradura, asentado sobre dos columnas lisas, finalizadas en sendos capiteles de orden corintia. Al margen del arco, podemos observar parte de la cabecera del antiguo templo y una tapa de sarcófago decorada, también de tradición germánica. Los restos de la antigua iglesia parroquial de San Xoán de Panxon con su magnífico arco de herradura son una de las escasas muestras de arte germánico que se conservan en Galicia. Por su importancia este espacio ostenta el carácter de Bien de Interés Cultural desde el año 1964. En la actualidad podemos contemplar restos del ábside cuadrangular, a lo que da entrada el arco triunfal de herradura. Este se identifico en la década de los años 30 del pasado siglo, cuando se pensaba en la ampliación del pequeño templo parroquial. Ante la importancia del descubrimiento, el arquitecto encargado de la ampliación, Antonio Palacios, abandonó el proyecto y optó por crear una iglesia de nueva planta, el Templo Votivo del Mar. En 1963 se identificó, formando parte de un muro próximo, un laude o tapa de sarcófago, con decoración de tipo estola, que posteriormente se trasladó al ábside del templo. Las características de la decoración invitan a situarla en el periodo suevo. Durante el siglo XVII se reformó la iglesia adquiriendo la fisonomía que se mantuvo hasta el S. XX cuando desapareció
La necrópolis de El Carpio de Tajo está ubicada en la zona de influencia de Toletum, siendo la zona sur de la Sierra de Gredos y norte de los Montes de Toledo lugar de alto poblamiento en la antigüedad tardía. Éste, junto a la Cacera de las Ranas en Aranjuez, son los núcleos funerarios más grandes y mejores conocidos. En el Carpio de Tajo nos encontramos ante uno de los típicos conjuntos cementeriales que debe ser puesto en relación con un hábitat rural, quizás un iucus, todavía hoy desconocido. Teniendo en cuenta el número de sepulturas cubrirán un marco cronológico de como máximo ciento cincuenta años, es decir, unas cinco generaciones, por lo que hablamos de una pequeña comunidad, características del centro peninsular, dedicados a la explotación agrícola y ganadera. La necrópolis de El Carpio de Tajo, Toledo, está constituida por un total de 285 tumbas de las cuales 90 contenían en su interior elementos de adorno personal y en determinados casos un depósito funerario. Los objetos hallados suman un total de cerca de 300 y tienen la mayoría de ellos connotaciones claramente visigodas. La importancia de este cementerio es que en él aparecen algunas sepulturas cerradas que conducen a determinadas dataciones relativas dentro de la propia necrópolis. La realización de un plano de la zona por Mergelina se convierte en un elemento fundamental para conocer la arqueología funeraria de las últimas décadas del siglo V, y los siglos VI y VII. Señalando que además de este conjunto cementerial, solo contamos con un plano parcial de Duratón y otro de Castiltierra ambos en Segovia. En la alta edad media sigue perpetuando la tradición romana que busca la protección del alma a través de una infraestructura material. Las fosas, excavadas en toba arenisca, no permiten la identificación de posibles sepulturas privilegiadas o la identificación de grupos sociales y/o familiares, pero sí podemos hablar de una población mixta romana y visigoda. Debemos diferenciar tres tipos de sepulturas las que no comportan objetos en su interior las que consideramos vestidas, es decir las que contienen pequeñas hebillas, están acompañados en algún caso de útiles de la vida cotidiana, como pequeños cuchillos de un solo filo. Y por último, las tumbas que contienen en su interior un depósito funerario como monedas o elementos cerámicos o de cristal o incluso alimentos suelen ser a la vez inhumaciones vestidas.