Villacreces es un pueblo abandonado en la unión de tres provincias, León, Palencia y Valladolid. Los pueblos abandonados ya no son solo un elemento más en esas típicas películas de terror, son una realidad. Y es que cada vez son más los pueblos que quedan totalmente desiertos por los movimientos sociales hacia una vida mejor. Estos movimientos han provocado que algunos pueblos queden totalmente deshabitados creando escenas tan terroríficas como la ciudad desierta de Silent hill.
Y aunque nos cueste reconocerlo, cada vez son más los pueblos abandonados en España por el llamado éxodo rural como es el caso de Villacreces. Entre la década de los 50 a los 70 en España muchas personas decidieron dejar el pueblo para buscar una vida mejor en la ciudad más cercana. Esto fue debido a la poca oferta de trabajo que había en ese momento en la agricultura.
Villacreces
Era un día esplendoroso. El verde se fusionaba con los colores del adobe, tan típicos en la Tierra de Campos, y las casas en su más vulgar abandono se esparcían escondidas alrededor de la torre mudéjar. Único edificio que no siente vergüenza y orgulloso se levanta para dar testigo de que no hace mucho tiempo, existía un pueblo con sus gentes y sus ruidos. Una vida que lentamente ha sido borrada y sepultada por la tierra. Eso es Villacreces ahora, un rincón de solitaria belleza e infortunado futuro.
En el término municipal de Santervás de Campos, a tiro de piedra de Sahagún, justo entre la frontera de la provincia de León, Palencia y Valladolid, se encuentra este pueblo abandonado, símbolo de la Castilla más olvidada.
Desde 1981, Villacreces, cuando sus últimos habitantes cerraron las puertas de su casa, el pueblo que un día llegó a albergar más de un centenar de habitantes e incluso un hospital, comenzó una nueva etapa, basada en el abandono, el expolio, el azote del clima, y donde solo la vegetación crecía mientras las casas menguaban.
Quizás fuera su situación en medio de una de las comarcas más despobladas, y como decían sus vecinos, la escasez de salidas laboralesdonde solo la agricultura parecía alimentar. También se podría deber a la falta de una buena comunicación y la lejaníade todo lo que pudiera facilitarles una vida digna a los vecinos. Probablemente fuera una mezcla de todas estas causas la razón del abandono, pero solo nosotros conla ignorancia de un grito agonizante que se escuchaba y se escucha todavía, hemos sido causa y resultado de lo que ahora es una realidad que amenaza a otros muchos pueblos de toda España.
Imaginad un hogar que ha ofrecido techo a varias generaciones de una familia, que ha sido creador activo de una cultura y unas tradiciones que todavía conservamos. Un hogar que ha dado lugar a canciones populares, bailes,nuevas palabras, historia, gastronomía… Imaginad ese pueblo que con orgullo lleváis escrito en vuestros genes, abandonado, destrozado, sin vida más allá de un silencio atravesado a ratos por el cantar de los pájaros de día y los grillos de noche. A quien no horroriza algo así.
Habrá algunos que se atrevan a defender que es una consecuencia más del progreso, y alegarán que hay que mirar al futuro y no tanto al pasado. No estarán faltos de razón. Pero antes, que piensen que ese idioma que hablan nació de estos pueblos, que el menú de su mesa creció de esas tierras y que su apellido se moldeó en esas calles. Olvidar el pasado en ocasiones es bueno, creer en la globalización de la cultura no trae problemas, más allá de los que nosotros creamos; pero el olvido de lo que nos hace ser, de lo más puro, soloes síntoma de un fracaso de un país y una sociedad que no ve más allá de sus propios ojos.
Villacreces ahora goza de una belleza indígena que provoca cierto atractivo, y si esto sigue así, quizás esta Castilla de la que tantos presumen pueda llegar a ser la más bella después de que muchos otros pueblos que hoy se mantienen con apenas habitantes se abandonen. Aunque existen asociaciones que tratan de devolver la vida a estos pueblos, su futuro difícilmente será próspero.
La Tierra tragará aquello que una vez dejó crecer y no lo devolverá, pero también nos regalará una animosa enseñanza:
«No olvidéis vuestro historia o ella os olvidará a vosotros.»
García Lorca