Durante este mes de mayo, hemos sabido que se ha popularizado la visita de volcanes en reciente erupción. A finales del pasado mes de marzo en la isla de Islandia los aficionados al alpinismo llegaron hasta el valle de Geldingadalur con el fin de ver espulsar y salir lava del cráter del volcán Fagradalfjall. Por eso hoy, os traemos, para aquello que no lo conozcan, el increíble mundo del turismo volcánico.
Lo indicios dicen que el volcán llevaba dormido mas de 800 años. Los turistas se aprovecharon de la situación para realizar fotografías, algunos calentaban nubes de gominola como si de una fiesta de campamento se tratase. Otros simplemente se sentaban a contemplar el impresionante paisaje.
Según el testimonio del fotógrafo Chris Burkard, “miles de visitantes caminaron hasta el volcán para poder presencian en persona las secuela de su erupción”. Secuelas que han logrado desarrollar un terreno fértil que hace posible el acceso de turistas aficionados a la montaña.
Según expertos en volcanes que han llegado a visitar estos fenómenos los describen como que son una fuerza mas primitiva que la propia naturaleza. Según sus palabras: “sientes el poder de la madre tierra en la lava como la sangre vital del planeta”.
Últimamente el turismo volcánico se ha convertido en un símbolo de popularidad en las redes sociales, los interesados que desean realizar estas expediciones son conocidos como cazadores de lava. Los cuales su objetivo es buscar lugares “legendarios y fotogénicos para fumar” como podrían ser lugares como el Monte Vesubio o el Monte Fuji de Japón.
Los parques nacionales que están alrededor de los volcanes en el mundo especialmente entran en contacto con un fuerte aumento de turistas en el momento en que los volcanes entran en erupción.
Las opciones de visita son numerosas según el terreno del lugar, los viajeros pueden realizar actividades tales como montar en bote de lava, inscribirse a viajes en helicóptero sobre las calderas... En casos extremos algunos intrépidos se atreven a caminar hasta el borde del lago de lava o incluso a surfear sobre las laderas del volcán.
Aún así estas visitas únicas conllevan riesgos que pueden llegar a afectar a la salud. Por lo general, las erupciones producen gases tóxicos como el dióxido de azufre que puede llegar a dañar los pulmones y los conductos respiratorios.
Sin embargo, estas bajas en vez de disuadir a los visitantes parecen alimentar la curiosidad y atraer a mas visitantes a las zonas de erupción. Hay algunos que sienten gran interés por presenciar nuevas sensaciones en estas áreas de desastre.
Noemí López
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