Categorías: Cultura y Turismo

¿Conoces el tesoro de León?

Esto es el tesoro de León, donde hay muchos pinares, pero solo unos pocos pueden considerarse naturales (todos situados en la parte más alta del valle del Porma).

El pasado de los pinares

Los registros polínicos sugieren, o más bien indican, que la distribución de los pinares debió ser muchísimo más amplia en el pasado. Estando presentes en las áreas montañosas de la provincia. Tanto en la cordillera Cantábrica como en los Montes de León. Muchos de estos bosques desaparecieron por diversos motivos, aunque algunos debieron persistir hasta hace unas pocas décadas. Prueba de ello, es la mención que, de forma reiterada, se hace de los pinos y pinares en la toponimia leonesa (Pinilla, Piniella, Pino, Pinos, Pineda, Peguera, etc.), si bien es cierto que algunos de ellos podrían aludir al término «peña».
También son una prueba los rebrotes espontáneos que ocurren en determinados lugares en los que, por cierto, los más mayores recuerdan la presencia de este tipo de bosques, aunque acabaron desapareciendo por causas antrópicas. Un ejemplo se sitúa al sur de Riolago de Babia, en las laderas del Alto de la Cañada.

Los pinares de las repoblaciones, una práctica demonizada

Sin embargo, la mayoría de los pinares actuales proceden de repoblaciones, una práctica bastante demonizada, aunque en su concepción resulta bastante lógica (otra cosa es cómo se acaben ejecutando).
Hay algunas con más de un siglo de antigüedad. Aunque la mayoría tienen su origen en el Plan General de Repoblaciones de 1938 o se basan en él. Su objetivo era regenerar áreas degradadas como consecuencia de su explotación ganadera o minera. También que habían sido deforestadas con fines extractivos o debido a un incendio. Al verse desprovistas de vegetación, estas áreas sufrían una erosión muy intensa. Esto acarreaba una pérdida casi total del suelo (especialmente en laderas inclinadas), lo que dificultaba el establecimiento de nueva vegetación o, si lo lograba, lo hacía con mucha lentitud.

Los pinares naturales de León, el tesoro de los tesoros

El objetivo de las repoblaciones era muy simple: introducir una o varias especies arbóreas de crecimiento rápido que fuesen capaces de generar grandes cantidades de biomasa en poco tiempo y de retener los sedimentos, con el fin de generar un nuevo suelo. Además, la especie plantada debía ser muy rústica, es decir, muy poco exigente, ya que esos lugares solían ser bastante inhóspitos. En muchos casos, los árboles elegidos fueron los pinos (alguna de sus diversas especies), ya que cumplen con muchos de los requisitos mencionados.
Si la repoblación alcanzaba su objetivo, una vez que estos árboles finalizaban su ciclo vital y morían dejaban un hueco que podía ser utilizado por otras especies arbustivas o arbóreas que, ahora sí, ya podían medrar gracias al suelo que habrían estabilizado los pinos. Con el paso del tiempo, la mayoría de los pinos desaparecían y en su lugar prosperaban otras especies autóctonas que crecían de forma natural. Este objetivo se alcanzó, o está en proceso de alcanzarse, en muchos lugares de la Montaña leonesa (por ejemplo, Boca de Huérgano, Cistierna, Cármenes, el Valle de la Valcueva, Palacios del Sil y un largo etcétera).

Pinares de León para convertirse en madera o resina

También es cierto que muchas otras repoblaciones vieron cómo su finalidad cambiaba sobre la marcha. Pasando a convertirse en auténticos cultivos monoespecíficos destinados a la producción de madera o de resina. Las primeras, aquellas que han alcanzado cierto grado de naturalización, suelen mostrar un aspecto heterogéneo. Además con un estrato arbustivo muy evidente y con la presencia de árboles planifolios intercalados entre los pinos (mañana hablaré de un precioso pinar que, a pesar de ser una repoblación -eso sí, muy antigua- ha alcanzado un grado de naturalización sorprendente). Por su parte, las segundas, aquellas que no son más que meros cultivos, tienen un aspecto más monótono, apenas presentan vegetación arbustiva y la mayoría de sus pinos muestran dimensiones similares.

Lillo, un pinar natural y tesoro de León

Mientras tanto, los pinares naturales como el de Lillo exhiben toda la complejidad propia de un auténtico bosque. Entre los pinos, de edades y tamaños muy diversos, prosperan otras especies como las hayas, los abedules, los serbales o los robles. Cada una de ellas aferrada a los rincones en los que encuentra las condiciones adecuadas para desarrollarse. Los estratos arbustivo y herbáceo están totalmente desarrollados. Incluso cuentan con algunos elementos infrecuentes. Como Equisetum sylvaticum. Una cola de caballo con una distribución muy restringida. Sin embargo, aparece en este magnífico bosque.
Pinos silvestres, abedules y hayas en el Pinar de Lillo (León).
Rodrigo Castaño

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