Un paseo por León, La Catedral (Primera Parte), es el primero de todos los artículos que vamos a dedicar a nuestra joya, La Pulchra Leonina y uno de los que siguen a nuestro paseo.
Sobre el solar que fuera termas romanas y en la Alta Edad Media Palacio del Rey Ordoño II, y, por cesión de este, primitiva catedral, se levantó uno de los edificios próceres del arte universal: La Pulchra Leonina.
Perteneciente al estilo gótico en su plenitud, se inspira el edificio, en cuanto su planta, en la catedral francesa de Reims. Presenta, sin embargo, ciertas variantes respecto a aquella, como es el caso de las torres que en la catedral leonesa se desplazan fuera de las naves del edificio, permitiéndose así el extraño efecto de la visión de los arbotantes en la fachada principal.
La planta consta de tres naves, ampliándose a cinco en la parte del curcero. La girola consta de cinco capillas semiexagonales.
El edificio se cubre con sencillas bóvedas de crucería cuatripartitas, delicadísimos pilares con medias columnillas sostienen el empuje vertical de esta magnífica obra. En las columnillas, bellos y finos capiteles decorados con motivos florales. Los empujes, radiales hacia el exterior se solucionan mediante airosos arbotantes y botareles, lográndose la máxima expresión de éstos en el conjunto exterior del ábside.
La Pulchra Leonina o la Catedral de León
Siguiendo el esquema del arquitecto Enrique, se levanta el edificio hacia el año 1255, siendo obispo de León Martín Fernández. En el Concilio de Lyon, celebrado en 1273. se conceden indulgencias para rematarlo cuanto antes; en 1288 la catedral quedaba abierta al culto. Su obra se continuó durante el Siglo XIV, en cuya época se llevó a cabo la torre del reloj.
En el Siglo XVI se construyó parte del hastial principal. Y, en general, puede afirmarse que la catedral se ha mantenido en constante obra y aún hoy permanece inconclusa. La historia de este edificio ha sido muy penosa desde el siglo XV. Entonces ya empezaron a encontrarse fallos debido a su cimentación y la no tan buena calidad de su piedra, traída en su mayor parte de las canteras de la zona de Boñar.
En el año 1631 se hundió la bóveda central del crucero. En la época Barroca el arquitecto Naveda construyó una gran cúpula sobre el crucero, lo que acentuó aún más el peligro de hundimiento inminente.
Intentó subsanar este poblema Joaquín Churriguera, colocando cuatro grandes pináculos que descansaban sobre los cuatro pilares del crucero, para de esta forma acentuar el empuje vertical de aquella máquina barroca descarando el peligroso empuje radial que ésta había producido.