Con la llegada del buen tiempo y la primavera a la vuelta de la esquina empieza a apetecer equiparse con mochila y botas para perderse un día en la tranquilidad y desconexión que nos ofrece la naturaleza. Por eso hoy os ofrecemos estas escapada de primavera cerca de León.
Las restricciones de movilidad impuestas debido a la situación de pandemia en la que nos encontramos, han hecho que practiquemos en mayor medida el turismo de proximidad, prestando más atención a los atractivos turísticos -que no son pocos- con los que cuenta nuestra provincia. Si a esto le sumamos las ganas de estar al aire libre con la llegada de temperaturas agradables, no hay duda que un buen plan son las rutas de senderismo.
En otoño del 2020 pudimos ver que los protagonistas indiscutibles fueron los hayedos de la provincia. En esa época lucen sus mejores galas, con esa combinación de colores tan característica que los convierte en perfecto escenario de cuento. Y no es de extrañar que reúnan a tanta gente, el pasado año más incluso de lo habitual.
Por eso hoy os proponemos una ruta donde reina la tranquilidad, un espacio en el que la primavera es la encargada de darle el toque mágico, haciendo que sea el momento idóneo para visitarla. Os invitamos a descubrir el Monumento Natural Lago de Truchillas, en plena Sierra de la Cabrera.
En el suroeste de León, lindando ya con Zamora, y reflejando el pico Vizcodillo (2.122 metros de altitud) se encuentra este lago de origen glaciar, para muchos aún un auténtico desconocido ya que, para llegar a él, debemos caminar unos 6 km de ida y otros tantos de vuelta.
Es importante tener en cuenta que, en este caso, no se trata solo de un simple paseo. No es necesario estar en plena forma, desde luego, pero sí ir concienciados de que tendremos que esforzarnos en algún tramo, debido al desnivel que presenta. No deja de ser solo una cuesta, pero hay que ir con ganas. Eso sí, el esfuerzo merecerá la pena.
Dejamos atrás el pueblo de Truchillas y a poco más de un kilómetro encontramos un área recreativa donde poder dejar el coche. Ahí mismo comienza nuestra caminata.
La ruta está perfectamente señalizada, por lo que no hay pérdida. Comenzamos suave, para ir calentando. La pista tiene buen firme y asciende progresivamente. Una vez que hemos cruzado dos puentes de madera, llegaremos a la Cuesta Millín, la que nos hará sudar mientras nos regala unas vistas increíbles.
Además del desnivel (unos 300 metros en 1,5 kilómetros de distancia) tenemos que pisar con cuidado por la senda pedregosa –o “rompepiernas”, con cariño-. Nos sumergiremos en una combinación de tonos morados, amarillos y verdes que harán que olvidemos el cansancio sin dudarlo, y nos conducirán finalmente a nuestro objetivo: el lago de Truchillas. Flanqueado por el pico Vizcodillo, en esta época nos ofrece, para nuestro deleite, cascadas formadas por el deshielo, auténtica maravilla.
Una vez recargadas las pilas en ese remanso de paz, ponemos rumbo de vuelta por el mismo camino. Esta vez cundirá mucho menos.
Si aún os habéis quedado con ganas de más, la ruta puede continuar con la ascensión al Pico Vizcodillo, disfrutando de unas vistas inmejorables. Aunque eso, mejor, os lo contamos en el próximo artículo.
Noelia Ramos
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