El trampantojo que cubre el rosetón de la catedral de León será retirado en las próximas navidades para que éste luzca de nuevo tras las labores de restauración llevadas a cabo durante meses en el taller de vidrieras del templo, donde avanza la limpieza y emplomado de las 97 piezas que integran los 30 metros cuadrados de vidriera que lo componen.
El canónigo-fabriquero y administrador del primer templo leonés, Mario González, explicó hoy que ya se ha llevado a cabo un 70 por ciento del trabajo previsto y se ha colocado la alambrada y el cristal de protección necesarios para devolverlo a su ubicación. La intervención se lleva a cabo gracias a la aportación económica de la Fundación Cepa González Díez, con una donación de 390.000 euros que también actural en toda la piedra del hastial.
“Ha sido muy costoso ha habido que volver a emplomar absolutamente todo; todas las piezas han sido desmontadas porque en la restauración del siglo XIX, cuando se desmontó y se llevó a Barcelona, se restauró con un plomo de mala calidad y hubo que quitarlo todo”, resumió antes de señalar que la flexibilidad del plomo facilita que no se rompan las vidrieras -se bombean- cuando hay contraste de temperaturas.
A las tres personas que se encargan directamente de los trabajos de limpieza y emplomado en el taller de vidrieras de la catedral -dedicado exclusivamente a ese fin en la actualidad- hay que sumar el personal que acomete las complejas labores de montaje y desmontaje de la estructura.
La restauración de las vidrieras de la catedral es una labor permanente que se lleva a cabo, recordó Mario González, en función de la financiación de la que se disponga. “No quiero parar, pero depende de los medios económicos. No me quiero comprometer más de lo que los medios económicos nos permitan, porque se estás restaurando pináculos en el claustro, arbotantes y botareles de la girola y hay que ser prudente en los compromisos”, comentó.
El administrador de la catedral optó hoy por ser prudente a la hora de referirse al posible cambio de algunas piezas del rosetón cuando éste fue llevado a Barcelona en el siglo XIX. “No puedo decir porque está en estudio. El rosetón estuvo en un taller que se llama Rigalt, que era de un aparejador que trabajaba en la catedral de León contratado por el Ministerio y sé que hay un museo que se llama Rigalt y nunca he ido”, dijo.
Preguntado sobre si se produjo una sustitución de algunos elementos señaló que no le consta, aunque sugirió que así ocurrió. “Ni lo he detectado, ni lo he mirado, ni lo he intentado. Tenemos algún dibujo que parece ser que no coincide lo que se llevó con lo que vino. Primero quiero investigar exactamente qué cambios ha habido en la restauración… si llevamos con diez ángeles y vinieron once o fueron nueve y vinieron los once y ocho”, apuntó antes de comentar que las modificaciones en las variaciones detectadas pudieron ser mera consecuencia de las labores de restauración.