Se planteaba como un partido bronco y espinoso y no defraudó. El australiano Kyrgios volvió a ofrecer espectáculo durante las poco más de 3 horas que duró el encuentro.
Nadal hizo gala de su templanza, su saber estar y su implacable juego para derrotar al ciclón australiano como el mejor sabe, poco a poco y paso a paso hasta conseguir doblegarle.
Ni los puntos directos «de cuchara», o el pelotazo que se llevó en uno de los puntos, del cual Kyrgios no se disculpó, ni alguno de los puntos rozando los 230 km/h hicieron sucumbir al balear que se impuso en cuatro sets por 3-6, 6-3, 6-7, 6-7.
Kyrgios intentó explotar su juego con golpes variables en actitud y fuerza mezclados con toques de genialidad, pero enfrente, Rafa, desplegó todo su arsenal de golpes ganadores a los que nos tiene acostumbrados.
Esta vez, el balear aplastó a su rival entre otros, con 37 saques directos ante los que el australiano poco pudo hacer. Intentó romper la concentración con algunos golpes bajo las piernas de cuchara o discusiones con el juez de silla pero ayer, Rafa era una roca.
Al final del tercer set estalló el español fruto de la tensión del partido pero todavía le quedaba un set que disputar y no había tiempo para relajarse.
Después del último punto, levantó el puño afirmando su posición y sacando toda la rabia contenida, después de una dura batalla.
Para acabar, Nadal tuvo su «penúltimo gesto» cuando al dirigirse hacia vestuarios, espero a su rival para entrar juntos. Hay que ser caballeros dentro, y fuera de la pista.