La hija de la Infanta Elena, Victoria Federica está en esa edad rebelde y su madre no lo debe tener muy asumido.
Victoria Federica, como cualquier chica de su edad, le gusta divertirse y aprovechar las noches ya que a esa edad, el cuerpo aguanta sin problemas y puedes llegar a altas horas de la noche sin ningún problema posterior.
Aunque la Infanta Elena, no debe de acordarse de sus tiempos mozos cuando tenía la edad de su hija.
Los actos noticiables concurren cuando la madre y la hija junto con una amiga se alojaban en el hotel Alfonso XIII. Es cuando se produjo el desencuentro con testigo incluido. Las tres damas esperaban al ascensor en el recibidor del primer piso para bajar a desayunar. En ese momento las puertas del ascensor se abren y la persona que se encuentra dentro presencia la siguiente escena. La duquesa de Lugo, muy enfadada, dirigiéndose a su hija y sin importarle que hubiera una persona ajena observando la trifulca familiar.
«Haces lo que quieres. Has llegado a las siete de la mañana y me tienes harta. Esto se va a acabar». El cliente, que quería seguir su trayecto, ayudo a zanjar el momento. Fue cuando la Infanta se despidió de Victoria y volvió a su habitación. La amiga le comentó: «Menudo cabreo tiene tu madre. Qué enfadada estaba». La respuesta de la sobrina real fue: «Se le pasará enseguida».
No sabemos si a la madre le duró mucho pero Victoria se sentó con su amiga en una mesa a desayunar y a reírse con los mensajes que recibían en sus móviles.
La siguiente desavenencia tuvo como marco el Club de Campo de Madrid el fin de semana pasado. Allí se celebraba el campeonato Longines Global Champion, la Fórmula 1 de los concursos hípicos. En la zona VIP, de nuevo madre e hija y otra vez reprimenda verbal por no llegar a la hora prevista para comer. La sobrina del Rey apareció a las cuatro y la duquesa se lo reprochó.
En la jornada del domingo, la duquesa de Lugo, prefirió ver el concurso desde la grada y allí algunos conocidos le comentaron que habían visto a Victoria por el recinto. Su madre sin ningún pudor les contestó: «Ni idea de por dónde anda. Está despendolada«.