La octava borrasca con nombre de la temporada ya está aquí. Se llama Helena. La práctica reciente de bautizar ciclones es fruto de la colaboración entre las agencias de meteorología de España, Francia y Portugal. A cada servicio de predicción le corresponde bautizarla cuando sufre el mayor impacto.
La última borrasca que afectó a la comunidad gallega, Gabriel, fue nombrada por los franceses ya que en el país galo se registraron los vientos más fuertes. Pero el bautismo de Helena ha corrido a cargo de la Aemet porque el país más afectado será España.
No se trata de ninguna ciclogénesis explosiva, es decir, su presión no ha descendido más de veinte milibares en 24 horas. Ni falta que le hace a Helena. Es una borrasca con una presión de unos 975 milibares, baja aunque no demasiado. Sin embargo, se va a situar encima de la costa gallega. Y cuando un sistema de bajas presiones se localiza tan cerca, los fuertes vientos están garantizados.
La Aemet ha activado un aviso naranja en las provincias de A Coruña, Pontevedra y Lugo por rachas de al menos cien kilómetros por hora. Ayer ya se registraron 108 kilómetros por hora en la estación de Viveiro. La previsión señala que durante las próximas horas se pueda superar con creces esa cifra, especialmente en las zonas de montaña y en las localidades costeras.