Andrew Wardle nació sin pene debido a una rara malformación congénita llamada extrofia vesical. A principios de 2018, se le implantó un pene biónico en una operación que duró diez horas. Los cirujanos lo recrearon a partir de la piel, los músculos y los nervios que extrajeron de uno de sus brazos y utilizando una vena de una pierna.
Cuando todo parecía en orden tras el postoperatorio y tras haber perdido la virginidad a los 45 años surgió un problema. Su novia se lo encontró inconsciente en el suelo y los siguientes cinco días se los pasó en coma en un hospital. Tras hacerle todo tipo de pruebas, descubrieron que el problema provenía de su vesícula biliar, que fue retirada mediante una laparoscopia.
Finalmente, todo se ha quedado en un susto y este británico que pagó 50.000 libras por esta operación ya se encuentra recuperado. Su historia se hizo célebre gracias al documental «El hombre sin pene» estrenado en 2015.