Buena parte de la comunidad educativa admite que la formación inicial de los maestros es mejorable, que los másteres que habilitan para dar clase en Secundaria dejan mucho que desear y que el modelo actual no es válido para seleccionar adecuadamente a los mejores profesores. Pero nadie va a regalarle así como así a Íñigo Méndez de Vigo ese plácet que le haría pasar a la Historia como el ministro que elevó el nivel de exigencia a los docentes en una de las más profundas reformas de la escuela española.
En el tic tac de la cuenta atrás electoral, el llamado MIR educativo tiene un precio muy alto. Este nuevo sistema de acceso, que también ha propuesto Ciudadanos, supone aumentar la duración de la formación de los aspirantes a maestros de los cuatro años actuales a seis años.
En el caso de los profesores de Secundaria, serían siete años, porque se añadirían dos más al grado y al máster. El Gobierno va a necesitar «bastante dinero» para ponerlo en práctica, según todas las fuentes consultadas, pero, sobre todo, mucha mano izquierda para que profesores, rectores, padres, alumnos, consejeros autonómicos y oposición política den el visto bueno.
La UE ha recomendado asimismo «una formación inicial eficaz de los docentes», «una selección adecuada» y «apoyo al inicio de la vida profesional». Las conclusiones del Consejo de la UE del 20 de mayo de 2014 instaban a los Estados miembros a «garantizar que los programas de formación inicial establezcan oportunidades para que los futuros docentes adquieran todas las competencias pertinentes necesarias para iniciar con éxito sus vidas profesionales». «Facilitar una formación inicial de gran calidad, un apoyo al principio de la carrera profesional (iniciación) y un desarrollo profesional permanente son factores significativos para garantizar que se atraiga a los candidatos adecuados», insiste.
¿Cómo lo hacen en Europa?
En la mayor parte de los länder de Alemania, todos los graduados tienen que realizar el vorbereitungsdienst, un servicio preparatorio remunerado en un centro escolar de entre uno y dos años. Además, tienen dos exámenes estatales, antes y después de estas prácticas, y el segundo es requisito imprescindible para lograr un empleo fijo como docente, aunque no lo garantiza.
En Finlandia, donde los profesores tienen un gran reconocimiento social, los requisitos de entrada son superiores a los de los médicos. Hay pruebas de acceso a la formación universitaria que supera sólo uno de cada 10 candidatos y, después de graduarse, deben hacer un máster de forma obligatoria. Está también la opción francesa, con unos institutos superiores de formación del profesorado que se han ganado a pulso su prestigio.
También considera «preocupante» que sólo el 63% de los docentes españoles en el primer ciclo de Secundaria haya finalizado un programa de formación inicial del profesorado que combine conocimientos académicos, pedagogía y práctica. La mayoría de los países está en torno al 90% y sólo Italia -con un 53%- registra una cifra más baja.
Tanto en el grado para ser maestro como en el máster de Secundaria hay créditos para el practicum en colegios o institutos, pero fuentes educativas reconocen que «no son suficientes» y que «el sistema no está bien organizado». En muchas autonomías ni siquiera se paga a los mentores.
«Estamos formando a demasiados maestros. No podemos tener un sistema que saca a la calle a tantos docentes», admiten fuentes universitarias, que se muestran partidarias de poner un examen selectivo a los aspirantes antes de comenzar el grado. «La formación tiene que cambiar, el acceso debe ser más riguroso», coinciden en los campus. Pero, a la hora de la verdad, los rectores no quieren una prueba común en toda España -de la misma forma que rechazan una Selectividad nacional-, porque eso alteraría su statu quo.
Las propuestas de los partidos
PP.
Plantea un modelo como el MIR sanitario, con una prueba nacional selectiva tras terminar el grado o el máster y dos años de formación teórico-práctica tutorizada posterior en «centros singulares». Deben hacerlo todos los aspirantes a docentes para trabajar tanto en la pública como en la privada. Luego, para ser funcionarios, tendrán que pasar la oposición.
PSOE.
Rechaza el término MIR y la prueba nacional y pone a evaluación (de capacidades, no de teoría) a los 18 años, antes de que el aspirante inicie cualquier grado. Habla de un año de prácticas tuteladas no remuneradas porque las incluye en la formación inicial.
Unidos Podemos.
En el punto 145 de su programa electoral habla de un «nuevo sistema de acceso», de evaluar «conocimientos específicos» y «capacitación pedagógica», de «un amplio periodo de práctica» y de «una ponderación de méritos», pero sostiene que no es un MIR.
Ciudadanos.
Ofrece un sistema similar al del PP -es el MIR educativo clásico-, aunque la formación sería de entre dos y tres años. Ha hablado expresamente de prácticas «remuneradas» y abre tres itinerarios: los que quieran ser maestros y vengan de Magisterio se formarán en «conocimientos concretos»; los que quieran dar clase en Secundaria y procedan de grados especializados (por ejemplo, Matemáticas) se formarán en pedagogía, y hay otra vía para psicólogos y psicopedagogos que quieran trabajar en servicios de orientación.