Volverte a ver es el programa de Telecinco para hacer lacrimógenas las noches de los jueves. Presentado por Carlos Sobera, por el plató del programa desfilan historias emotivas, desgarradoras y que dejan al espectador encogido y con la lágrima colgando. Allí se ven rupturas, reconciliaciones, homenajes, sorpresas, reencuentros… todas aquellas historias dramáticas que sean capaces de tocar el corazón del televidente.
Todas las semanas lleva Sobera al programa a alguna cara conocida para darle un poco de salsa al programa, y en esta edición el elegido fue Jorge Javier Vázquez, que acabó llorando como una magdalena cuando le agaradeció su obra a Alicia, una de las asistentas, que le había preparado una sorpresa a su hermano con síndrome de Down y fan de Jorge Javier. «Palabras como las tuyas hacen que mi profesión tenga sentido. Ojalá todo el mundo tuviera una hermana como tú», le dijo con los ojos encharcados. Fue la primera historia de la noche, pero ni mucho menos la más emocionante de todas.
Hacia la mitad del programa, Carlos Sobera presentó a Dulce, una mujer que había recurrido al programa a quien es su sobrino pero ha criado como un hijo. José Francisco tenía tres meses cuando su madre murió y se marchó a vivir con su tía. Fue separado de su hermano Ismael, tres años mayor que él, que se fue a vivir con el padre, hermano de Dulce.
Desde entonces, y han pasado más de veinte años, los dos hermanos no habían vuelto a verse, a pesar de haberse buscado el uno al otro. De hecho Ismael, en cuanto cumplió los 18 años, se marchó solo a Tenerife a buscar a José Francisco. Cuando encontró en la isla a su familia, le informaron de que su hermano estaba viviendo en León, e Ismael se marchó sin cumplir su objetivo.
Su tía Dulce le dijo a Ismael que «a José Francisco le haces falta, siempre ha querido conocer a su hermano mayor, te necesita». Ismael, por su parte, recordó las veces que siendo un niño había cuidado de su hermano y le había dado el biberón: «Eso forma parte de mí ya para siempre, y necesito conocerlo». Para sumarle drama al asunto, José Francisco padece retinosis, una enfermedad que produce una pérdida progresiva de la visión: «Ahora ya casi no veo, apenas sombras y luces».
Y así, con José Francisco a punto de quedarse ciego, los dos hermanos pudieron volver a abrazarse, mirarse a la cara y prometerse que recuperarán el tiempo perdido. Salieron felices del plató, con la promesa de una nueva vida por delante.