La protagonista del cuento de Navidad se llama Marta, tiene un bonito sueño y vive en León
Había una vez en León, una ciudad adornada con luces centelleantes y un aire de magia navideña que envolvía cada rincón. En la Plaza Mayor, el espíritu festivo se manifestaba en su esplendor. Los puestos de mercado ofrecían delicias gastronómicas: castañas asadas, buñuelos de viento y el tradicional turrón. Las risas y conversaciones llenaban el ambiente mientras las familias se reunían alrededor del imponente árbol navideño.
En una pequeña calle empedrada cerca de la catedral, vivía Marta, una niña curiosa y llena de energía. Marta siempre había soñado con ver nevar en Navidad, pero el clima de León rara vez traía esos copos blancos. Decidida a hacer realidad su deseo, Marta escribió una carta al espíritu navideño y la dejó en el buzón de correos del barrio.
Esa noche, mientras el reloj marcaba la medianoche, Marta fue despertada por un brillo proveniente de su ventana. Sorprendida, se levantó de un salto y corrió hacia ella. ¡La nieve había empezado a caer! Emocionada, Marta se vistió rápidamente y salió a la calle.
Caminó por las calles iluminadas, maravillada por la belleza de los copos de nieve que cubrían su cabello y los adoquines. De repente, vio algo inusual en una esquina: un gato negro con un collar brillante que destellaba con destellos navideños. El gato, al ver a Marta, empezó a correr y ella lo siguió, atravesando callejones y plazas, hasta llegar a un rincón secreto del casco antiguo.
En ese lugar escondido, descubrió un árbol de Navidad extraordinario, más grande y radiante que cualquier otro. Alrededor de él, había figuras de madera tallada que cobraban vida con cada destello de luz. Un elfo, saliendo detrás del árbol, le dio la bienvenida a Marta y le explicó que este lugar era mágico, un rincón especial donde los deseos navideños se hacían realidad.
Marta le contó al elfo su deseo de ver nevar en Navidad en León, y él, con una sonrisa, le dijo que el espíritu navideño había escuchado su carta y había traído la nieve para cumplir su anhelo. Marta, emocionada y agradecida, jugó con el gato y las figuras animadas mientras la nieve seguía cayendo.
Con el amanecer, la nevada cesó, pero el recuerdo de esa mágica noche quedó grabado en el corazón de Marta para siempre. Mientras regresaba a casa, sabía que la verdadera magia de la Navidad no solo residía en los regalos o en la nieve, sino en los momentos especiales compartidos y en la alegría de ver los sueños convertidos en realidad.