Los museos que debes conocer antes de morir
Los museos tienen una función didáctica clara. Por ello, una de las principales tareas de los museos, además de ser contenedores de obras y de cultura, es explicar el arte de forma sencilla para todos los públicos.
Visitar un museo es como realizar un viaje extraordinario, pues viajarás al pasado y le darás un vistazo al futuro, irás al espacio y navegarás al fondo del mar, podrás explorar el cuerpo humano. Pero, sobre todo, poco a poco, entre más museos visites y cuantos más te intereses en aprender, te irás convirtiendo en una persona más culta y sensible al exterior.
MoMA, en Nueva York
Nació en plena recesión para ser el espacio donde acercar las tendencias del arte contemporáneo a la gente y, desde su fundación, ha conseguido ser un referente.
Su principal virtud, más allá de acoger obras de Picasso, Van Gogh o Mondrian, es la de haber sabido darles voz y espacio a artistas díscolos, a comisariar lo que estaba sucediendo en las galerías más underground y a elevar a arte disciplinas menos museísticas como la performance, la arquitectura o el diseño.
Y lo más importante, que es un museo que ha logrado representar a todas las generaciones que lo han vivido sin oxidarse.
Museo Guggenheim, en Bilbao
Bilbao es una de esas ciudades de referencia en el norte del país, no solo por su impresionante río que divide la ciudad en dos partes, si no, por qué, cada año, un millón de personas, el 70% extranjeros, visitan el Museo Guggenheim Bilbao.
El «casco» y el Yorkshire que lo custodian logran el efecto llamado, pero los «camarotes» también dejan boquiabierto hasta al más escéptico, especialmente la sala ArcelorMittal.
En sus 130 metros de longitud, el artista Richard Serra ha acomodado algunas de sus esculturas de gran formato: Serpiente y Lamateriadel tiempo. Hay que pasear entre ellas, tocarlas, incluso hablar con ellas, para sentir el arte contemporáneo con los cinco sentidos, y después subir a la segunda planta para quedar noqueados con una vista general de una sala única en el mundo.
Rijksmuseum , en Ámsterdam
Cuando realizas una visita a Ámsterdam lo primero que se te viene a la mente es conocer los lugares más emblemáticos de la ciudad y el museo de Ámsterdam merezca estar en esta lista. Por estas dos razones, hay que tener en lista a este museo único en el mundo. La primera es la de aunar la grandeza artesanal del país y presumir de su historia marinera.
La segunda, la de exhibir los cuadros más representativos del Siglo de Oro de la pintura holandesa, con Vermeer y Rembrandt a la cabeza, sin olvidarse de otros pintores como Van Gogh.
Museo del Hermitage, en San Petersburgo
La ciudad de San Petersburgo es un icono entre los Rusos, que cada año atrae más turistas envueltos en ese anhelo de nostalgia entre el presente, el pasado y el futuro. La grandeza se mide en metros cuadrados, en número de obras, de más de tres millones y, también, en su relevancia. Estamos, ante, el museo de una dinastía que trató de emular el fastuoso Louvre. Y podría decirse que lo consiguió, aunque en una versión más ampulosa y presumida.
En el interior del museo destaca la olvidada sección de arqueología, pero, sobre todo, una amplísima colección de arte occidental de todas las épocas, incluso el siglo XX, convirtiéndolo en el museo transversal más relevante del mundo.
Museos Vaticanos, en la Ciudad del Vaticano
Sin duda, uno de los museos que es imprescindible ver es el del Vaticano. En él se puede ver la confrontación Roma-Florencia, fue también real en la cultura. Podría decirse que ganó la Ciudad Eterna, en parte por su relevancia religiosa que, a la postre, supuso mucho para el universo museístico.
Este conjunto de espacios reúne la magnificencia del universo papal de aquellos años con esculturas de mundo Clásico, cuadros renacentistas y frescos que han pasado a la Historia como los de la Capilla Sixtina.
Galería Uffizi , en Florencia
Florencia es la ciudad Italiana para visitar por excedencia. Los Medici no fueron una dinastía Real, fueron más grandes aún. De ahí que en su pequeño cortijo de la Toscana lograran congregar y promocionar a los más grandes artistas que dio el norte de Italia, desde el Duecento hasta el Neoclasicismo, que no es poco.
Sí, puede resultar demasiado localista, pero la labor de mecenas de esta familia fue tan trascendental que el arte italiano de la Modernidad no se entendería sin ellos. Y eso es mucho decir.
Museo Británico, en Londres
Como sucede con el Prado y el Louvre, el British también nace de la predominancia de un Reino y de aquella guerra que en el siglo XIX se desató en pos de conquistar lo que quedaba del mundo antiguo.
Sin ninguna duda es la mejor colección arqueológica del mundo, con impresionantes sarcófagos egipcios, infinitos frisos helenos y hasta un moái de la Isla de Pascua. Un repaso imprescindible de toda la historia de la Humanidad, condensado en un mismo espacio. Lo mejor del museo Británico es que es gratuito.
Museo del Prado, en Madrid
Uno de los grandes museos que existe en Europa se encuentra en la capital de España. Gracias al Imperio en el que no se ponía el sol, también ejerció cierto monopolio cultural. Por eso, las Colecciones Reales que, a la postre, acabarían siendo el germen de este museo recopilan el mejor arte del Antiguo Régimen de toda Europa.
El Prado es una pinacoteca pura y dura, por mucho que algunas esculturas sorprendan en coquetas salas y, sobre todo, el mejor exponente del buen ojo artístico de los Austrias, quienes acogieron a pintores como Velázquez o Murillo e importaron talentos como Rubens, Tintoretto o el Bosco.
Museo del Louvre , en París
El único y espectacular museo que destaca en Francia es el Louvre. Ni Versalles ni Luis XIV ni los Inválidos son capaces de sintetizar tan bien el poder político e ideológico de Francia como lo hace esta gigantesca institución.
Recorrer todas sus salas es casi un imposible ante este derroche de poder simbolizado por las numerosas obras de todo Occidente y de todas las épocas que brillan en este espacio.
Eso sí, no se libra de la curiosa paradoja de no alojar la corriente parisina más revolucionaria del arte: el Impresionismo y las primeras vanguardias.
Museo d’Orsay ,en París
Entre 1848 y 1914 París era una fiesta en la que empezaban a burbujear los aires del progreso, algo que se trasladó también al arte en el país. En el espacio que hoy ocupa el Museo de Orsay se encontraba el palacio y jardín de Margarita de Valois.
El edificio del actual museo se creó entre finales del siglo XIX y principios del XX como estación ferroviaria para la Exposición Universal de París (1900). En el terreno había existido otro edificio, empleado como sede del Consejo de Estado y luego de la Corte de Cuentas, organismo que supervisaba la gestión económica del país. Este edificio quedó destruido en un incendio en 1871, durante los sucesos de la Comuna de París.
Esta antigua estación acoge todo lo que sucedió en aquellos lustros de jolgorio, con el Impresionismo como cabeza de cartel, pero sin olvidarse del Realismo, que nadie olvide la polémica suscitada por El Origen del Mundo de Coubert y de las vanguardias posteriores.