Hay batallas singulares y situaciones surrealistas. Algo de esto fue lo que pasó hace unos días en una de las calles más céntricas de la ciudad de León. Era primera hora de la mañana y dos leonesas regresaban de hacer sus compras diarias. A llegar a la confluencia de la calle San Agustín con Gran Vía de San Marcos, por motivos que aún se desconocen, las mujeres (de mediana edad) comenzaron a discutir.
Los testigos aseguran que las mujeres parecían tener cordialidad y que evidentemente se conocían. Pero estaban esperando que se pusiera el semáforo en verde y algo las pasó y su cara cambió al estilo Jekyll and Hyde. La conversación subió de tono y los gritos fueron escalando. Se giraron, y tras dejar las bolsas en el suelo, empezaron a forcejear.
Que si una le agarraba la chaqueta que si otra la empujaba… hasta que al fina una de ellas se agachó y se lió a naranjazo limpio con la que hasta entonces era su compañera. En ese momento, un transeúnte decidió intervenir y las separó sin poder evitar que un par de naranjas se cayeran al asfalto. El resto de la gente continuaba su día mientras giraban levemente la cabeza para observarlas.
Las naranjas salieron volando
Obviamente, las mujeres acaloradas poco a poco empezaron a serenarse. Una, la que no llevaba las naranjas, recogió sus bolsas se giró y emprendió camino. La otra mujer respiro hondo y tan solo dijo «a mi Ana Rosa no la toca nadie» antes de continuar su camino en dirección contrario. El transeúnte que decidió intervenir no salía de su asombro y sin entender cuál había sido el motivo de tan disparatada escena nos cuenta lo vivido.
Suponemos que las mujeres quizá discutieron por algún tema candente del popular programa de televisión conducido por Ana Rosa (Quintana imaginamos), o quién sabe si empezaron a discutir por si ver El Programa de Ana Rosa u otro de la competencia, o simplemente fue un tema político en relación con la campaña de Podemos contra esas señoras que ven ‘Ana Rosa’.
Por lo menos, la sangre no llegó al río…aunque sí las naranjas al asfalto.
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