En la mañana del 1 de agosto de 2022, una noticia ha hecho temblar la calma de la Fórmula 1. Fernando Alonso ficha por Aston Martin. El asturiano rellenará el hueco que deja Sebastian Vettel con su retirada y muestra a las claras por qué las marcas siguen queriendo formar parte de un deporte que viaja a contracorriente: el marketing.
Aunque desde que se anunciara su fichaje por Alpine en julio de 2021 se hiciera referencia a un proyecto a largo plazo, lo cierto es que había dudas de que Fernando Alonso encontrara en su antiguo equipo un lugar donde vivir sus últimos años en la Fórmula 1.
Nunca lo ha expresado claramente pero el asturiano debía ser tan consciente como cualquier aficionado a este deporte que conseguir un coche para pelear por las victorias era poco menos que una quimera. De hecho, se tuvo que pelear por enganchar a los aficionados con «El Plan»que, como más tarde confirmó el propio Alonso: «parte del plan es no saber qué es El Plan. Ese es El Plan: acojonar sin saber».
Cerradas las puertas de los grandes equipos, que consideran que tener a Fernando Alonso en su plantilla podría generar más tensión que beneficios reales, al bicampeón sólo le quedan los equipos de mitad de tabla. Y, entre ellos, sólo aquellos que pueden permitirse pagar una importante suma de dinero para su particular estrategia de marketing.
Si Alpine lo ha intentado durante dos años, Aston Martin será la siguiente escudería que contará con Alonso en su plantilla. La compañía pasa por horas bajas y ha apostado todo a la Fórmula 1 para mejorar su imagen, vender más coches y transitar de forma dulce al vehículo eléctrico. Y de momento va por mal camino.
Fernando Alonso, un valor arriesgado
Cuando uno echa la vista atrás, mira las estadísticas y escucha al resto de pilotos, le parece incomprensible que Fernando Alonso sólo cuente con dos campeonatos del mundo de pilotos de Fórmula 1. Y que el último de ellos lo ganara 16 años atrás.
Desde entonces, sus malas decisiones y su temperamento lo han apartado de varios títulos mundiales. En 2007, McLaren gestionó de forma nefasta la posición del vigente campeón mundial y de un prometedor debutante: Lewis Hamilton. Entonces, ambos pilotos perdieron el campeonato en favor de Kimi Räikkönen y derivó en una dolorosa salida del español a Renault, donde caminó dos años por un desierto donde el único oasis fue una victoria que, además, acabó con Flavio Briatore fuera de la Fórmula 1, acusado de hacer chocar a propósito a Nelson Piquet para favorecer a Fernando Alonso.
Su salto a Ferrari debería haber sido el definitivo. Una escudería mítica fichando a uno de los pilotos más reconocidos del momento. La mística decidió su paso por Maranello y todo habría sido perfecto si Red Bull, quienes también habían estado interesados en su fichaje, no se hubieran interpuesto en el camino. En cuatro años, dos títulos mundiales que se le escapaban tras batallar con un coche inferior (especialmente en 2012). De nuevo, una salida dolorosa a McLaren.
Desde entonces, Fernando Alonso no ha vuelto a luchar por la corona. La entrada de Honda en la Fórmula 1 fue un gran fracaso y el español se permitió hasta compaginar su categoría predilecta con la Indy Car (en las 500 millas de Indianápolis) y el Mundial de Resistencia (con victoria en las 24 Horas de Le Mans) para alcanzar un estatus de «piloto total» que la Fórmula 1 le estaba negando.
Con su paso por McLaren, Fernando Alonso ha demostrado que un último título mundial en la Fórmula 1 quedaba casi descartado. Con los equipos realmente competitivos cerrándole las puertas, su salida del deporte y su particular paso por el Rally Dakar demostraba dos cosas: Fernando Alonso quiere seguir compitiendo (aunque sólo sea por diversión) y las marcas buscan en él algo más que un gran piloto.
El retorno con Alpine F1 Team tenía mucho que ver con esto y su paso a Aston Martin también. Durante los test de pretemporada, Jesús Presa, Director de comunicación, asuntos públicos e impacto social de Grupo Renault, nos confirmaba que el valor de Alonso va mucho más allá de poder ganar una carrera. «Para nosotros, es impagable aparecer dos minutos en el telediario de TVE por tener a Fernando Alonso en el equipo», nos aseguraba.
Aston Martin, la necesidad de reinventarse
Que Alpine y Aston Martin hayan optado por contar con Fernando Alonso en sus filas no es casual. Su incorporación en 2021 en la plantilla de F1 llegaba tras una profunda remodelación del negocio de modelos deportivos dentro de Renault Group.
La reestructuración encabezaba por Luca de Meo dejaba a un lado la historia de la división deportiva de Renault en favor del resurgimiento de Alpine, su nueva bandera en este terreno. El objetivo era el mismo que en 2003: dar a conocer una marca en horas bajas en nuevos mercados para ampliar sus ventas.
La victoria de Esteban Ocon en el Gran Premio de Hungría el año pasado, donde Fernando Alonso fue clave para detener la remontada de Lewis Hamilton, dispararon un 70% las ventas de la firma en los días posteriores. En la primera década de los 2000, los resultados de Renault en la Fórmula 1 le permitieron entrar en un mercado asiático que hasta entonces se les resistía.
Ahora, Aston Martin se encuentra en una situación similar. Su valor en el mercado pierde fuerza a pasos agigantados. En mayo, su deuda neta era de 1.120 millones de euros y, desde que saliera a bolsa en 2018, sus acciones han perdido un 90% de su valor.
La mítica compañía de deportivos atraviesa un mal momento. Su SUV, el Aston Martin DBX, se vende bien, pero no parece ser suficiente, y su salto al mercado del coche eléctrico está siendo más complicado de lo esperado. En su día se decidió apostar por la máxima exclusividad en el camino a la electrificación con los Aston Martin Vantage y Valkyrie, y no se espera su primer coche puramente eléctrico hasta 2026.
Mientras tanto, su entrada en la Fórmula 1 ha estado estrechamente ligada a la Lawrence Stroll y su hijo Lance Stroll. En 2020, Lawrence compró el 16,7% de Aston Martin invirtiendo 182 millones de libras esterlinas (216 millones de euros) y ampliando sus votos en el consejo de administración con una nueva inyección de 318 millones de libras esterlinas (378 millones de euros).
Entonces, Racing Point, donde, evidentemente, pilotaba el pequeño de los Stroll, recibió el nombre y los colores de Aston Martin. En estas dos temporadas anteriores, la compañía ha intentado con Sebastian Vettel la misma jugada que empleará con Fernando Alonso: tener uno de los pilotos con mejor palmarés de la historia de la Fórmula 1 y mejorar su imagen.
De momento, el movimiento no le ha salido bien a la marca. La compañía sigue perdiendo dinero y su aparición como Safety Car tampoco ha sido efectiva. De hecho, la marca ha recibido numerosas críticas de los pilotospor ser demasiado lento.
La llegada de Fernando Alonso, por tanto, parece una maniobra más a la desesperada por mejorar la imagen de la compañía. Aunque el español no gana un título desde 2006 y su última victoria en un Gran Premio se remonta a 2013, sigue gozando de un aura y levanta una expectación propia de un piloto que debería contar con un palmarés más extenso. La imagen de Lewis Hamilton y Sebastian Vettel despidiéndolo de la Fórmula 1 en 2018 a base de «donuts» es sólo una muestra más.
Para bien o para mal, la figura de Fernando Alonso va mucho más allá de su imagen como piloto de Fórmula 1. Su temperamento le han cerrado puertas pero también tendrá siempre su hueco en la historia de la Fórmula 1 y, por una u otra razón, su fichaje por Aston Martin ya ha levantado más expectación que el de Sebastian Vettel, siempre más comedido en su trayectoria.