El próximo viernes 6 mayo, se dirá adiós a el último icono de la minería. La compañía eléctrica Naturgy, propietaria de las instalaciones, seguirá con el proyecto de desmantelamiento de la central térmica de La Robla y procederá a la voladura de las torres de refrigeración.
Unas torres con historia
La central eléctrica se remonta a 1965 aunque le primer grupo comenzó a funcionar en 1971 y el Grupo 2 en 1984. El carbón que consumía procedía principalmente de las cuencas de Santa Lucía, Ciñera y Matallana, llegando por carretera y cinta transportadora. El carbón de importación llegaba a La Robla por ferrocarril desde el puerto de El Musel en Gijón.
En julio de 2020, después de 50 años de funcionamiento y 300 trabajadores, la centrar térmica de La Robla puso fin a su actividad. Durante todos estos años, esta central eléctrica, en concreto sus dos torres de refrigeración, han sido los iconos de la localidad donde se encuentra y una representación de la minería de las cuencas del entorno. Lo último que queda ahora mismo de la minería y que representa uno de los últimos pasos en el «olvido» de la misma.
Tras el cierre de la central, Naturgy y Enagás anunciaron la construcción de una planta de hidrógeno limpio situada en los terrenos de la térmica. Este proyecto pretende producir más de 9000 toneladas al año de hidrógeno renovable y la construcción de una planta fotovoltaica, con un presupuesto de 200 millones de euros.
La demolición de las torres de refrigeración de La Robla, parte del proyecto de desmantelamiento
El desmantelamiento de la central térmica comenzó hace un año con la desaparición de las cintas transportadoras del carbón, las turbinas, los alternadores que generaban energía eléctrica y los conductos de humos que conectaban las calderas con las chimeneas. Sin embargo, las grandes chimeneas que hay junto a las torres, se mantendrán en pie hasta 2023.
La compañía eléctrica Naturgy procederá a la demolición y preocupan las 156.443 toneladas de residuos que se generarán. Parte de los residuos se utilizarán para el relleno de balsas y fosos de las propias instalaciones y el resto serán eliminadas por parte de los gestores autorizados.
Aunque el proyecto de desmantelamiento lleva realizándose ya un tiempo, la caída de las torres de refrigeración será, posiblemente, el símbolo más visible e impactante, haciendo reflexionar sobre si la transición del carbón que se prometía ha sido justa.